jueves, 30 de agosto de 2012

No dejaba de sonar una y otra vez la misma canción, ni se iba esa sensación de "equivocación", ni se detenía el destino, ni su corazón, ni la vida. Cambio de planes; eso pensaba, mientras pasaban las horas sentada en ese asiento incomodo de los vuelos comerciales.

Miró hacía la ventanilla recordando palabras, una a una, su recuerdo como una fotografía mental impresa y permanente detrás de sus ojos cada vez que los cerraba. Cogía el libro para aparentar entretenerse en otra cosa, pero las letras saltaban de sus paginas hacía, tal vez, el lugar donde se acomodaban ahora sus sentimientos.

La vida se entiende poco a poco, pero no hay método ni orden. Es como leer una novela en plazos y a capítulos saltados. La continuidad del aprendizaje, quizá no sea la mejor arma de defensa contra los obstáculos. Por lo pronto retomaba ejercicios que, en un viaje anterior había aprendido. Paciencia, esa era la clave, saber esperar en en anden de aeropuertos fríos, a encontrarse con la compañía del mundo, de todo el mundo al lado suyo, y a la vez, completamente sola, nadando en el silencio de un ruido que no la conocía y que no la llamaba por su nombre.

Era pretencioso hablar de ella en tercera persona, pero lo era también escribir de sí misma ¿valdría la pena narrarse y quedarse en el ultimo estante de la biblioteca? Ni preguntas ni respuestas, ni retórica; solo metamorfosis.