Arenas movedizas.

Abro y cierro la mano, el blog, los pensamientos y tal como si estuviera en arenas movedizas entre más quiero salir de todas esas cosas que me empujan hacía ahí, más me lleno del fango que representas. Las metáforas son sonidos de esperanzas que me ayudan a explicar en mentiras la realidad que parece encerrada en una alcancía. A pesar de que las cosas se mueven y mi cuerpo parece haber entendido que soy una persona normal, a pesar de eso y muy en contra de todo, todavía me estremezco con tan solo pensar en tu inicial. No es miedo lo que tengo, es una aberración compleja hacía un mal indolente. Y entre mi crisis de la edad y acostumbrando a mis labios a decir que tengo 30 años, nuevas facetas que cumplir, cuentas por pagar y un sorprendente futuro incierto, me lleno de ansiedad. Quiero llegar a tus brazos en Mayo, quiero que llegues a los míos y quiero que juntos armemos los viajes, los fangos y las cosas que no entendemos, por ahí siempre habrá cosas a las que le tengamos miedo, cosas que odiemos, inclusive, de nosotros mismos.

4,3,2,1...0

Me inundo de cuentas regresivas, de bombas por explotar, de pequeños desastres naturales que arremeten contra cada futuro planeado por alguien estúpido. Ojalá las estrellas estuvieran siempre así, alineadas hacía nuestra cama (donde quiera que esté) y viajemos de la mano, y nademos en las aguas tranquilas de nuestros pensamientos antes de dormir. Escucho atentamente cada número en contra, cada última llamada. Se nos acaban muchas cosas, se mueren parte de nosotros, se desatan cocodrilos hambrientos; pero también, del otro lado, siempre te encuentras tu. No sé en qué nos vayamos a convertir después de que todo se apague y cada quién se vaya a su casa, cuando juntos encontremos sobre la mesita de noche nuevos papeles que interpretar y nuestras gargantas afónicas prefieran gritar en silencio nuestra canción ó tomar té de limón. Los números me absorben pero eso quiere decir que la vida se mueve, hacía el final de los tiempos y hacía el principio de todo.