viernes, 21 de noviembre de 2014

Viernes.

Te quedas con este nudo en la garganta, con millones de cosas sin querer decir y otras que de te escapan de las manos, los "ojalás" se esconden bajo la mesa esperando su turno de escapar a la muerte. Hasta nos acabamos los deseos, yo de correr y tu de quedarte inmóvil, todo en desorden, todo con absurda intolerancia y cadencia. Las tardes en mi nuevo barrio me invitan a escribir, quisiera tener cabeza para otras cosas como manifestaciones, documentales o de malditas películas. Pero la insistencia de mis manos de aferrarme inquietan mis sentidos. No hay más allá de las letras, son sólo antesala de una soledad desinformada. Nadie me explico que se tenía que hacer todo uno mismo, el amor es de dos, y me quedo con una casa fría y con la incomodidad de saber que es viernes. En algún lugar del mundo no sé ya de cual, están las cosas que dejé por descuido, aquí solo estoy yo y un televisor, una mesa y un par de tazas de té sucias. Me orientaré un poco más tarde, me iré a perderme por ahí para ver si encuentro en algún lado parte de mis emociones. Pero es viernes y las cosas así son.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Ventana.

Es tiempo de madurar, parece, de dejar la casa y buscar nueva vida en otro lugar. Estoy preparando mis maletas, aunque como en cada gran viaje es mejor viajar ligero, me enfrento con decisiones trascendentales como de qué color pintar la cocina, qué marca de lavadora comprar o el diseño de una sala de estar. Un diluvio de acontecimientos se aglomeran bajo el nuevo tapete de "bienvenidos" de la puerta de en frente junto con un montón de hojas que trajo consigo el otoño; hay que cambiar de vida, de hábitos, de mañas y barrer todo aquello que ya no me funciona. Será que al fin dejaré de jugar a la vida para vivirla de verdad o será que todo al final de cuentas es un juego de azar. Apostemos por la belleza de un nuevo despertar, de nuevas ventanas y sobre todo, de encontrar nuestro propio destino.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Recuperación.

Intenté escuchar tu voz anoche, entre las sábanas me sumergí en recuerdos y voces, en archivos aparentemente olvidados, encontré muchas cosas, menos tu voz. Intenté hacer un esfuerzo por recordar nuestras tardes tirados en el sofá de tu casa y traté también de hacer mías las ilusiones que ayer nos unían. Pero todo fluyó hacía un sueño profundo, a una noche sin pesadillas. Luche en la mañana por encontrarte tal vez en mi sueño, pero tampoco estabas, y, me quedé paralizada en medio la cama con el único deseo de que me comieran las cobijas, me he quedado sin ti, sin lo más profundo que tenía tuyo, tu y tu recuerdo se fueron a donde pertenecen, supongo, y yo sigo con mi vida, recuperando pedazo a pedazo lo que contenía.