martes, 29 de diciembre de 2009

-.-

Y de pronto de la nada; mi corazón empieza a latir como loco, es bien fácil olvidar ese tipo de sensaciones; pero cuando regresan, entiendes porque las sientes, sabes perfectamente cuál es el motor que las activa. También de eso se tiene que disfrutar y dar gracias; del nerviosismo de saberte tan indefensa al sentimiento a su presencia de cualquier forma. Saber que algo sigue moviendo tu corazón, es parte de vivir, es parte de amar, de tener una razón por la cual suspirar. Creo que parte de las grandes cosas que tengo que agradecerle este fin de año a Dios con todas mis fuerzas es precisamente eso, amar.

Estar enamorada es la sensación más maravillosa que mi corazón ha conocido; no puedo lograr expresar con palabras todo lo que ese sentimiento ha traído a mi vida, el despertar de mis ojos a la belleza, al tacto, al sentir todo; el amor me magnifico todo lo que llega a mis sentidos, y eso es sorprendente. El gran milagro del amor se me presentó este año; y realmente es un motivo enorme para darle gracias a Dios, el sabe porqué ÉL y el porqué de las situaciones, confío completamente en su voluntad. Mientras tanto sigo agradecida y esperando seguir descubriendo el amor, en todas las cosas. Inclusive en aquellas que no me agradan del todo.

Es importante agradecer, sobre todo por las cosas que parecen no ser tan buenas a simple vista, creo que somos parte de un gran plan de Dios, pero que somos también causantes y “arquitectos” de dicho plan, es importante tomar la responsabilidad de que nuestra voluntad tiene consecuencias en el plan de Dios, que todo lo que se hace, se tiene que hacer conforme a su luz, sobre todo el amar, amar con el amor que Dios tiene para nosotros. Eso es lo que aprendí este año y agradezco a Dios de nueva cuenta por eso.

lunes, 28 de diciembre de 2009

fwd:


Alguien que conocí hace poco, pero que quiero muchisimo, me mando esta imagen en respuesta a mi entrada pasada... me dio mucha risa, porque hasta cierto punto se burlo de mi propósito de ser "fría", me dijo que ser poco sensitiva no me define, que no podía ser otra persona o pretender ser otra cosa, eso no es un buen inicio......

Gracias, a veces, escribo, digo, pienso cosas que no logro aterrizar o entender del todo o que no sé si sean lo correcto, creo que tengo que agradecer por tener amigos que se preocupen así por mi, que se tomen la molestia de leer mis "tonterías" y que aparte me alimenten con sus pensamientos, ideas, y sentimientos. Gracias, muchísimas gracias.


I agree with you my friend...


5, 4, 3, 2, 1, Feliz Año nuevo...

No puedo creer que sea la ultima semana de 2009; estos días me encantan porque siempre vienen cargados de nostalgias, de buenos recuerdos; pero sobretodo son días muy importantes; ya que se prestan para hacer inventario y limpieza de todo aquello que ha quedado en nuestro ser, lo que se nos ha ido o los que se han ido durante el año, lo que debe de quedarse para el próximo año y lo que no. Ese balance es muy significativo, sobretodo cuando se cierran ciclos, terminar un año es el acabar con un calendario, con la caminata de 365 días, terminar con el apellido de “2009”, para dar paso a otro año, para mi siempre es complicado dejar el año, siempre tardo por lo menos todo enero para acostumbrarme al nuevo "año". Pero terminaré, como siempre, por darle la bienvenida completa al pasar de los días, no queda otra, el tiempo pasa, el tiempo se nos va constante.....

Enero 2010 me parece muy lejano, pero no, es impresionante que se encuentra a muy pocas horas, que tal vez falte menos de lo que yo creo, aunque con enero viene: volver a trabajar, volver a la "vida real", quiero retener a Diciembre en mi corazón, seguir sintiéndome así tranquila, ahora ya en mi casita calientita. Pero bueno, eso es algo que aprendí hace poco; tengo que disfrutar todo, hasta lo más pequeño, ser feliz con todo lo que Dios me da y con lo que no.

Otra cosa pendiente antes del 31 es terminar mi lista, entre mis propósitos está en buscarme un hobby, he pensando mucho; tengo todavía muchas opciones en mi mente, entre ellas; el baile, la música, algún otro deporte. Pero no sé, mi Mamá me dijo que ya tenía uno que era el escribir, pero no, escribir es para mi es más una necesidad, como comer o como correr; un desahogo del alma. Tengo, por cierto, que dejar de escribir tanto, siento que entre más escribo más sensible me pongo, y eso no me conviene, sobre todo, porque, entre mis propósito está también, ser más centrada, pensar más las cosas antes de hacerlas. Escribir hace que mi lado más sensible brote, que inunde mi corazón hasta la ultima fibra, para así recorrer todo mi cuerpo con el calor de su sangre. Así que escribir no es buena opción para mi, tengo que escoger algo que me resulte más mecánico, no sentir.. tanto, cupar mi cuerpo y mi mente al 100%, ya veré si se me ocurre algo.

Por lo pronto, Feliz año nuevo, o más bien felices últimos días de 2009. Que sus “balances” salgan a favor y que sus corazones queden sanados y llenos de Amor de Dios. Los quiero

viernes, 25 de diciembre de 2009

Ho, HO, hO,....

Es sorprendente como a veces las fuentes de amor florecen por lugares que jamás se te hubiera ocurrido mirar y mucho menos buscar. Hay detalles que te llenan el alma, que te hacen darte cuenta que el amor es un acto inconciente pero lleno de convicción misma, la palabra amor no encierra dudas, no encierran abismos ni atajos. El amor ES, y se te aparece todo el tiempo.

Hace poco alguien me dijo que “estaba cansada de no tener pareja” hablaba de soledad, de tristeza, de falta de amor; no supe que decirle en ese momento, solamente que la quería muchísimo; ella me contesto que de que servia si yo estaba lejos, a lo que yo conteste, “al amor no le hace falta presencia”. Es cierto, sigo creyendo que el amor ES, simplemente no se acaba con dejarse, con abandonar. El amor existe, no deja de brillar nunca, de respirarse. Pero creo que lo buscamos en lugares equivocados, el amor ES, porque esta en todas partes, porque si no lo sientes latir en tu corazón y no lo respiras en el aire constante, en el color de la tierra, en la mirada de tu Mama, en el frío del invierno; si no logras ver, sentir, gozar el amor en cada cosa, creo que no hemos comprobado el AMOR realmente, no haz disfrutado del SER AMOR, en toda su experiencia. No niego que amar a "alguien" es hermoso, incomparable, simplemente único. Pero se que no lo es todo, si tu corazón no sabe aprecia el amor en ti, en Dios, en la fe misma del SER, no creo que se pueda amar a un SER.

Hoy me siento llena de amor, entiendo tantas cosas, siento mi corazón colmado, repleto de amor, no necesito mucho para amar, me basta SER para poder amar, sin ninguna otra intención, sin ningún otro interés mas que el amor, como verbo, como milagro. Hoy me doy cuenta que no necesito nada mas para el amor, mas que el amor; las cosas, las personas, la vida esas se nos presentan, hay quienes quieren compartir el amor contigo, hay quienes no; pero eso no aleja el amor de ti, el amor esta con nosotros, el amor nos sigue, se nos da constante. Hay que saber valorar el amor representado en su máxima expresión en el amor de Dios, en la esperanza, en el SER.


Feliz Navidad.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

sopa de letras.

A veces creo que es completamente viable el hecho de que si volteo hacia atrás me convertiré en estatua de sal. Hay momentos en el día que me siento libre de todo pensamiento de todo recuerdo. Pero hay un lazo invisible que me hace recordar lo que me esta pasando. Por que estar lejos de todo aquello que te hace recordar asesina el recuerdo, lo deja allá donde crees haberte perdido. Me siento fuera de mi misma hoy, pero tampoco creo que sea la de la semana pasada. Me siento diferente en muchas maneras.

Me la he pasado soñando por estos días, siento como si hubiera caído en un profundo sueño desde el viernes pasado; pero a veces mi consciencia me hace sentir que ya duro demasiado, que por mas en paz que me sienta, tengo que enfrentar realidades, no puedo pasarme la vida leyendo libros y escuchando música. Tengo que enfrentarme a la vida, antes de que ella me encuentre primero.

He ido a misa todas las mañanas desde que llegue, me gusta ir a las 7:00 am, porque casi no hay personas y porque el padre de esa hora me cae muy bien, la iglesia a la que asisto en donde me encuentro se llama St. Joseph Church. Después de ahí me paso al lago a correr, una hora todas las mañanas, para compensar en parte lo mucho que he comido por estos días. Es que la navidad se presta para llenarte de muchas cosas, entre ellas de comida, dulces, recuerdos, abrazos, besos, amor, Dios. Sobretodo me siento muy llena de Dios por estos días. Espero que la navidad traiga una renovación en mi corazón, le pido al Niño Dios solamente eso, mucho amor y un corazón nuevo, pero sobretodo, una mente mas clara, a veces creo que mi razón habla muy bajito, y mi corazón grita como desesperado, tengo que equilibrarme un poco mas.

Perdonen si en esta entrada hay menos orden que en cualquier otra, pero me siento así, como dormida, como desubicada. Jajajaj son estos días que me tienen drogada entre olor a canela y manzana, y el calor de las casas.

Ya me voy, me invitaron a conocer un lugar de la ciudad que suena bastante interesante. Por cierto tengo un nuevo amigo, no soy de las que hagan amigos de la nada, pero creo que es un regalo de navidad, se llama David, lo conocí corriendo, les quiero contar mas de el, pero lo escribiré en su idioma para que pueda leerlo, o bueno lo voy a intentar. Nos vemos, espero poder escribirles el 25, pero si no, FELIZ NAVIDAD AMIGOS, LOS QUIERO.

sábado, 19 de diciembre de 2009

Pequenito, chiquito...

Definitivamente, no hay nada mejor que comer, escuchar musica, caminar en el frio, platicar con nuevos amigos, conocer nuevas vidas; ultimamente he aprendido a vivir nuevos deseos, a disfrutar de nuevas cosas, entre ellas enlisto: Podria ver por horas a un bebe dormir, tocar su piel y abrazarlo, comer cosas nuevas, cocinar para personas que aprecien con amor, aquellas recetas dulces como un beso o saladas como una lagroma, adoro cocinar y ver esa expresion de gusto en la cara de mis amados; experimentar lo bonito que es ir de compras y pensar en esa persona y en lo que quiseras comprarle, en todo lo que quisierar regalar; olvidando completamente a que ibas a la tienda, olvidando completamente tu nececidad del Yo. Leer debajo de un arbol, hasta que te das cuenta que el tiempo ha pasado porque ya no puedes seguir leyendo debido a la falta de luz. Correr a lado de un lago, se puede sentir casi como un suenio.

Hoy levanto mi mirada miope al Cielo y agradezco de todo corazon esas nuevas experiencias, vale la pena vivir, vale la pena a amar, vale la pena llorar; por momentos asi, por vivir por lo menos un dia con esta felicidad calida y serena.

Perdonen la ortografia son vacaciones, mi teclado esta en ingles, y no me quiero preocupar por buscar como ponerlo en espaniol, de todos modos espero que disfruten de estos dias, tanto como yo lo estoy haciendo.

LOS QUIERO!!!

jueves, 17 de diciembre de 2009

Up-dates

Lo pensé mucho, me lo habían propuesto desde la semana pasada; pero mi NO era absolutamente rotundo hace ocho días; las cosas cambian misteriosamente en cuestión de segundos, estaba cuidando un tesoro inexistente y esa gran devoción no me dejaba voltear hacía otro lado, pero se me había desaparecido de nuevo; ese tesoro no era más que espejismo. Y a pesar de que esta semana las situaciones habían dando un cambio drástico, aún así, me sentía incompetente para tomar una decisión, me daba miedo.

Por lo que opté por pedir ayuda; mis amigas me convencieron; debía seguir con mi vida, y más allá de eso, debía distraerme sobre todo por salud mental. Así que accedí a última hora. El ya tenía todo planeado pero aún así sonaba bastante sorprendido por teléfono. Lo cual me hizo sonrojar.

Llegó a mi casa puntualmente, la única condición que me había puesto para esa “cita” había sido que me relajara y que me arreglara para una cena “elegante”, le hice caso a medias; me relajé pero me quede vestida como había ido al trabajo, la verdad es que mi entusiasmo no llegaba a tanto; recordé como me sentía hace ocho días, como me había arreglado para algo que siquiera era una cita, me noté ridícula en ese momento. Ahí se encontraba en mi puerta, con un gran ramo de tulipanes blancos, mi flor favorita; me emocioné muchísimo, un regalo así siempre hace que mi pulso palpite descontrolado. Me llenó de halagos, cosa que hace muy bien y se lo agradecí con una sonrisa nerviosa.

Llegamos al lugar no tan tarde, eran si acaso, las ocho de la noche; el vestíbulo parecía ser más grande que mi casa, estaba completamente alfombrado y tenía un olor agradable; el capitán de meseros nos mostró la mesa. La verdad yo me sentía muy incómoda, siempre he disfrutado más de las cosas sencillas; pero el parecía muy feliz, así que eso me hacía feliz en cierta parte a mi también. Llegaron los menús, siempre me han dado risa el nombre de los platillos de ese tipo de restaurantes, así que mi decisión estaba basada, en cual nombre me parecía más gracioso y más apetitoso, pero sobretodo que no fuera tan caro, eso de comer algo que podría ser el alimento de una familia por una semana no me hacía sentir bien, sólo importaba eso, ya que terminaría, como siempre, tratando de mostrar una cara agradable a cualquier cosa que me trajeran.

El parecía estar como niño en piñata, me causaba mucha simpatía la mirada que tenía, aquellos ojos color aceituna con un toque de miel, parecían vidriosos y sinceros. Lamentaba no poder corresponder de igual manera, por lo que trataba de desviar mi mirada todo el tiempo. El lugar estaba plagado de personas, en su mayoría gente de edad media, 40-50 años; tengo que reconocer que el lugar era hermoso. Empecé a ver como desfilaban frente a mí toda clase de personas extrañas; el colmo fue ver como lucían esos largos sacos de piel, que supongo, eran de algún animal en peligro de extinción o en vías de estarlo; ya saben para que sea más “fancy”; le comenté lo horrible que me parecía, y se río, me dijo -no te enojes, no pasa nada-. No quise debatir más el punto, era claro que no le interesaba. La conversación iba y venía en lo último en nuestras vidas, se reía mucho de mis comentarios, parecía fascinado de algo que estaba diciendo, no recuerdo ni que era; en ese momento me tomo de la mano; la sensación fue devastadora, mi corazón parecía vomitar completamente cualquier tipo de sentimiento que tratara de entrar, y mi cuerpo reaccionaba de manera negativa al rose de aquella piel. Me di pena, estaba utilizando de manera bastante egoísta aquel corazón que se abría frente a mí. Le pedí disculpas, me sentía muy mal, parecía que últimamente no hacía otra cosa más que hacer daño, incluso aleje lo único que había hecho latir mi corazón. No merecía estar en ese lugar, no merecía siquiera que intentara sostener mi mano. Pero no podía hacer gran cosa, no quería echarle a perder de manera dramática el momento, así que aguanté. No veía la hora de marcharme de ese lugar, y estar acostada en mi cama con pijamas y calcetines; había tenido frio en mis pies todo el día.

Por fin había llegado a mi casa; me sentía muy cansada, desolada. Llena de un frio terrible en mi cuerpo y en mi alma; me la había pasado muy bien. Pero no podía sacar de mi corazón esa opresión, ese hueco seguía ahí. Me acosté y mandé aquella señal de humo como muestra de que no había podido olvidarlo, un día más que sólo él ocupaba ese lugar en mi corazón. No pierdo la esperanza que con el paso del tiempo, todo se arregle, que logre componer mi maquina interna, que encuentre las piezas y que por fin pueda respirar sin dolor. Mientras tanto les dejo mi experiencia, sobre todo a mis amigas que son las que me pidieron que narrara lo mejor posible mi cena de anoche.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Cuentito III.

Estoy en mi hora de comida, no iré a mi casa porque no traigo carro. Así que aprovecharé para bloggear y bombardearlos, para que tengan algo que leer en estas vacaciones, jajajajaj por lo menos algo de que reírse.

Ya casi me voy de vacaciones, y tengo la esperanza de que me sirvan para arreglarme un poco, últimamente me siento como un reloj roto por dentro, que en apariencia parece estar bien, pero ha dejado de marcar las horas, de nada sirve un reloj así. Por lo que tengo que componerme, echarme mano y empezar el año marcando la hora exacta. Me lo debo.

El egoísmo me ha carcomido el cerebro, parece ser un gusano que ha masticado poco a poco las esperanzas que tenía; las personas parecemos actuar siempre bajo nuestra pisada, no importa que rosas aplastemos o que arrasemos a nuestro paso, pretextos, hay muchos, pero no deja de ser egoísmo; nada justifica no ver más allá de nuestras necesidades, no para mi.

Pero no importa, ya habrá tiempo en que todos abramos los ojos a la verdad, que marquemos la hora exacta, que se pueda disfrutar del aire sin que algún nudo aparezca misteriosamente en mi garganta.

En fin; ahí va el otro cuentito, les debo el cuarto...quizá y si seguimos aquí, lo lean el año que entra.


.......

Era muy joven para entender porqué estaban pasando las cosas, tenía escasos 13 años; sus padres habían decidido divorciarse y eso, en vez de causarle tristeza le brindaba paz. Su padre siempre había sido un hombre muy violento, y estaba cansada de escuchar llorar a su Madre cada vez que él decidía ponerse borracho, lo cual se hacía cada vez más seguido.

El tiempo pasó y en Adriana sólo le quedaba de recuerdo de su padre su propio nombre, que por cierto aborrecía, todo el mundo le decía “la nena”, el escuchar su nombre le causaba nauseas, era un recuerdo de su pasado, de su liga directa con su padre, él se llamaba Adrián, por lo que su nombre no era más que un derivado del de su Padre. Era una mujer de 25 años, había trabajado desde los 20 en una tienda departamental, empezando como vendedora, ascendiendo poco a poco, hasta llegar a jefa de personal, su puesto actual; amaba su trabajo y disfrutaba el trato con la gente; lo único que le molestaba era aquella placa dorada que colgaba del saco que usaba todos los días como uniforme, le recordaba a todo el mundo que su nombre no era “la nena”, si no Adriana.

Todos los días salía religiosamente a las 8:00 p.m., ese día había decidido ir al cine con Manuel, su novio, había quedado de verse con él a fuera del cine a las 9:00 p.m., lo que le daba tiempo de recoger unas cosas en la tintorería de aquella gran plaza comercial. Adriana iba saliendo de su trabajo cuando de pronto una mancha gris, llama su atención, era un hombre como de 55 años, con pelo negro, plagado de canas; no estaba vestido como un pordiosero pero poco le faltaba. Un retorcijón invadió su estomago, como la lucha entre dos grandes titanes en una isla desierta.

–Adri..NENA!- exclamo el señor,

-¿qué haces aquí?, no entiendo que vienes a buscar, no tengo dinero, ni ganas de verte-, contesto furiosa.

–No te busco para eso, aunque parezca, ¿sabes?, hoy es mi cumpleaños, y quería pedirte un regalo.

–Lo sabía, no puedes sorprenderme por lo menos una vez en tu vida. –

-Espera hija no has escuchado lo que vengo a decirte, quiero pedirte que me des tu perdón, pero de todo corazón, el tiempo se nos va rápido y yo siento que mi ritmo de vida, mi pasado, no dejará que duré mucho más que este cumpleaños-.

En ese momento se dio cuenta que, del hombre que recordaba que era su padre, no había nada en esa figura ante sus ojos; el hombre tosco y recio, era hoy como un viejo enfermo que aparentaba de mayor edad de la que realmente tenía; Adriana comenzó a sentir como de su corazón empezaba a desprenderse poco a poco aquella capa de dura carne, que se había forjado con los años, el rencor hacía su padre, parecía haberse esfumado y sus manos comenzaron a sudar y temblar de manera incontenible; - Te perdono Padre-, se apresuró en decir Adriana; pero me tengo que ir, disculpa. Así dando la media vuelta Adriana dejó a su padre, con una gran sonrisa en la boca, lo había perdona su hija, y para el significaba el descanso de su propia sangre en su cuerpo.

Adriana llego 10 minutos tarde a la cita con Manuel, el ya estaba esperándola en la entrada del aquel cine, -NENA!!! ¿Por qué has tardado tanto?- Dijo Manuel con una mueca burlona; -Dime Adriana, hoy he hecho las paces con mi nombre y con mi sangre.

Cuentito II.

Alguna vez escuché, que una mente creativa jamás debe revelar sus fuentes de inspiración; pero no creo que eso sea cierto. Les contaré que la siguiente historia tiene tres almas; la primera se trata de una enfermedad que conocí hace muy poco y que está marcando de alguna forma mi vida; la segunda la vida espiritual que he aprendido a descubrir en éste año y la tercera la pasión que se vive por el deporte, y como me impresiona que alguien ponga todas sus esperanzas de vida en un oficio en el que depende de su físico al 100%. Pero bueno espero que la disfruten.


Mi nombre es Luis, tengo 18 años y hace dos meses me detectaron esclerosis múltiple; que es una enfermedad neurodegenerativa y dicen que no tienen cura, bueno eso dicen los que saben.

Antes de que me enfermera mi sueño era ser jugador profesional de futbol soccer, había estado asistiendo a varios juegos de exposición para ver si algún buscador de talentos se interesaba en mi; jugaba muy bien, y era cuestión de poco tiempo para que alguien confiara en mi. Nunca me había gustado la escuela por lo que no he terminado la preparatoria; toda mi esperanza de salir adelante estaba basada en mi pasión. Tengo a mis dos padres y un hermano menor que que apenas está empezando la secundaria. Mi madre no se ha separado de mi desde que ingresé al hospital. Hoy a pesar de los medicamentos he perdido la movilidad de mis piernas y mi brazo derecho comienza a notarse un poco rígido.

Mis Padres jamás fueron muy espirituales, mucho menos han asistido a alguna iglesia, creo, desde que se casaron; y mi Mamá parece enojarse cada vez que viene a visitarme cualquier persona que traiga alguna palabra que venga de Dios, sin importar su religión. Me ha dicho que somos libres de renegar de Dios por lo que me está pasando y que podría hacerlo si eso me hace sentir bien. Lo he pensando mucho, y me he dado cuenta que un Dios que fue capaz de crear a mis Padres, a mi hermano, a la enfermera que viene a bañarme cada mañana; que le dio esa belleza externa e interna a Miriam mi novia, que creó con todo su amor los árboles, las flores, las canchas de futbol y ese bello juego que es mi pasión; no podría reprocharle nada. Creo más bien que trata de decirnos algo mediante mi cuerpo; y me doy cuenta que Dios me ha dado mucho más de lo que me ha quitado, no estoy solo y hay personas que me quieren, si alguien podría reprocharme algo creo que sería Dios.

martes, 15 de diciembre de 2009

Miguel y Ana.

Esta historia, no es de las cuatro que prometí, pero quiero compartirla porque le tengo un gran cariño; Espero que la disfruten, disculpen es bastante larga.

Habían pasado cuatro o cinco años desde la última vez que se vieron; aquel lugar estaba repleto de gente que iba y venía como esferas de colores, cada uno en su propio mundo, en su propia carrera de vida. No se hubieran visto entre tantas personas, dos almas son sencillas de esconder entre la multitud; pero todo parecía haber estado planeado.

Ana y Miguel se habían conocido hacía más de diez años, eran unos niños todavía, no recordaban si había sido en aquel diminuto salón de inglés o en la casa de aquel amigo en común, dónde se habían visto por primera vez; poco importaba ya. Habían compartido sus vidas por más de 3 años, crecieron juntos, aprendieron a jugar al amor, en sus recuerdos aparecían miles de tardes tirados en el porche de aquella vieja casa, millones de salidas clandestinas, de regaños por llegar tarde; pero nada les importaba por aquellas fechas. Ningún muro parecía suficientemente alto para separar a aquellos dos corazones; ninguna prohibición pesaba tanto como el amor que compartían.

Aquella tarde Ana lo vio desde lejos, era inconfundible su figura alta y esbelta, ese porte de galán parecía haberse acentuado con los años; quizá el no había podido verla –pensó-, y trato de agachar la mirada para evitar el encuentro lo más naturalmente posible. Era demasiado tarde el ya la había visto. Miguel la recordaba precisamente así, con esa actitud de chiquilla, claro que había rasgos de madurez evidentes en su cuerpo y en su cara, pero en esencia era la misma, podría imaginar esa sonrisa de sorpresa que pondría al verlo y como jugaría con su pelo signo inevitable de su nerviosismo.

Las miradas de Ana y Miguel se encontraron y aquella plaza quedo deshabitada en cuestión de segundos, no escuchaban más que el latir profundo de sus corazones nerviosos. Era lógico sentir inquietud, habían vivido demasiadas cosas juntas. Sus cuerpos se acercaron como dos extraños que sólo se han conocido por equivocación, un saludo frio inició la plática aquella tarde.

Sus bocas se preguntaban mutuamente, cosas casuales; ¿cómo te ha ido?, me dijeron que ya acabaste tu carrera, ¡Ah, qué bueno que ya estás trabajando!, y ¿tu mamá, como está?, ¿tus padres?, ¡mira qué bueno todos bien!, pero por dentro Miguel se preguntaba, el porqué había pasado tanto tiempo, ¿Por qué habían terminando?, -era un paso lógico, necesitábamos crecer- se repetía. Ana por su parte, no dejaba de recordar lo mucho que lloró esa noche, una llamada telefónica había bastado para terminar con tres años de historia. Se habían gastado el amor gota por gota, había perforado las suelas de los zapatos de nube que se habían puesto desde que se conocieron. De aquel amor eterno, no quedaba más que le eternidad misma. Se les había hecho eterno los momentos de ausencia. Pero no lo habían notado.

Cada uno contaba una historia diferente, las cosas cambian muchísimo con el paso de los años. Ellos no eran los mismos, pero eran parte de lo que eran ahora, no podrían desligarse nunca, porque se formaron juntos, porque el concepto de lo que sabían sobre el amor los unía, quizá eternamente.

Ana se apresuró a despedirse, Miguel entendía perfectamente que, como siempre, estaba huyendo de sus sentimientos, compartían ese miedo desde aquella noche que dejaron sus vidas. Un abrazó concluyó con el encuentro y no se dijeron nada, Ana no dejaba de repetirse por dentro; -que seas muy feliz, que seas realmente feliz, que seas feliz siempre-, Miguel, pudo reconocer el olor de su pelo y su mente recorrió poco a poco lo que recordaba de su cuerpo, dijo algo así como; -Cuídate mucho- y sonrió, -tu también- mascullo Ana, mientras jugaba con su pelo, de inmediato se dio la vuelta y Miguel la vio irse, por un momentos los dos emitieron un suspiro profundo. La plaza parecía haber recuperado a la gente y el ruido se empezaba a acomodar en sus oídos. Habían olvidado el encuentro.

Sorpresa!

Estoy bastante sorprendida, he escrito como nunca en lo que va de diciembre; no he subido siquiera el 10%, porque no les voy a dar el tarro de mermelada, luego se empalagan. Lo hablé hace poco con una amiga, cuando pienso que he dicho todo, que me he desahogado por completo, vienen a mi mente nuevos temas, nuevas historias, nuevos sentimientos; que se me vuelven urgentes en plasmar en palabras.

Muchas personas escriben por pasión, otras por deber, yo escribo por necesidad; necesito desahogarme de todo lo que mi corazón trae encima; y he encontrado en las letras la manera más sana de canalizar todo aquello que me sobra, que se me desborda dentro del corazón.

Parece que la bacteria que me ha hecho escribir estos últimos meses pretende quedarse por un buen rato. Primero pensé que era por alguien, luego pensé que era por algo, ahora definitivamente creo que es un virus que debí haber tomado del centro de Monterrey cuando estuve litigando; no encuentro otro foco de infección más común que ese.

Quiero agradecer a propios y extraños por los correos electrónicos que he recibido, estoy muy contenta, Jamás pensé que me leyera tanta gente; la verdad creí que solo mi Mamá, mi prima y si acaso algún par de amigas serían seguidoras de lo que escribo, pero me he equivocado. Muchas gracias por sus palabras.

En cuanto a el titulo de el primer cuentito, no me he convencido todavía de cual, pero muchas gracias por preocuparse. Estoy verdaderamente sorprendida y agradecida; no tienen idea de lo que significa tantas palabras de aliento en estos momentos. Sobre todo disfruto poder ser parte de sus días, poder "mostrarles" otra visión de la vida y que capten de mi lo mejor.

Poder darles un poco del gran amor que tengo es para mi un gran placer.

Cuentito I.

He empezado a explorar un poco, se me han presentado como en sueños una serie de historias, que he tratado de plasmar lo mejor que puedo en letras. esas historias generalmente llegan en la noche, por lo que trato de salvarlas de mi mala memoria lo mejor que puedo.
No sé si realmente me estoy volviendo loca, o me he cansado de mi propia historia, porque ya no pienso tanto en ella.
Bueno espero que les guste y tomen en cuenta que soy primeriza, he escrito en total 4 historias diferentes que iré subiendo, si me atrevo, durante estos días.
Sí tienen algún comentario sobre que titulo ponerle a ésta primera me dicen, porque yo no tengo idea.
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Su nombre era Rosario, pero todo el mundo le decía “Chayito” , llevaba más de 20 años siendo maestra de quinto de primaria, estaba a punto de cumplir 50 años de edad; y ya no podía recordar cuál había sido la razón por la que había escogido ser maestra, pensaba que de todos modos, todos terminaban odiando su trabajo al pasar de los años.

Todos los días Chayito hacía lo mismo, se despertaba como un robot programado a la misma hora, llegaba al colegio e impartía clases, regañaba a los niños y pensaba molesta todo el tiempo; en lo fastidiosos que se habían vuelto los niños, parece que cada año eran peores, no respetaban nada, no entendían nada y sólo les interesaba la computadora y los videojuegos.

Llegaba a su casa y todo era igual; su marido se encontraba como cada noche tirado en el sillón de la sala, con los ojos puestos en la televisión como si no existiera en el mundo otra cosa, de aquel hombre de quien se había enamorado ya no quedaba nada. De pronto una noche al ver que la monotonía diaria había embargado por completo su corazón, como el ruido molesto y repetitivo de una gotera que choca contra fregadero de la cocina; se echó a llorar sobre un cumulo de exámenes de español que tenía que revisar; después de un rato y todavía sollozando, secó sus lagrimas; tenía que darse prisa o se le haría tarde, empezó a revisar. Les había encargado escribir una historia, para considerar los progresos en ortografía, gramática y redacción. Todas las historias eran las mismas, como en todos los años, hablaban de su perro, de sus familias, de alguna caricatura o juguete, nada que llamara su atención. Sólo unos con más errores ortográficos. Vio el nombre del último examen y le dio flojera, Lucía Flores, era una niña disléxica con problemas muy fuertes en español y matemáticas, que, aunque se esforzaba no le resultaba fácil esas dos materias. Comenzó a leer:

Mi maestra se llama Chayito, no sé cuantos años tenga pero se ve muy grande, bebe tener como la ebad de mi aduelo, creo que a mi maestra de le duele la muela, a mi cuando me bolía la muela me dolía sonreír, y creo que jamás he bisto sonreír a mi maestra, ojalá vaya pronto al dentista para que ya no tenga esas arugas en la cara, que dice mi mamá se hacen por la vida y por no reírse.

Cuando terminó de leer, las lágrimas de aquella mujer volvieron a caer, su vida había estado caminando en piloto automático y no se había dado cuenta que ya no sonreía más. De pronto y sin razón aparente su marido se levanta del sillón y le planta un tierno beso, sin hacer ninguna pregunta. Nada había cambiado realmente, aquél era el hombre con el que decidió compartir su vida el hombre que seguía amándola; aquella era la carrera que había elegido porque los niños le daban vida y le ilusionaba la claridad de sus corazones. No era la vida la que había cambiado o la que le había dado la espalda, era ella que había olvidado sonreír, ser feliz, y amar lo que hacía.



lunes, 14 de diciembre de 2009

recuento de una mañana.

Todo se encontraba bien para ser diciembre, las luces de las casas resplandecían en aquella húmeda calle por donde caminaba esa mañana; podía percibir un olor a pino o encino, no lo sé jamás supe identificar su procedencia. Y el inicio de la mañana sólo se diferenciaba con la noche por el ruido que iba intensificándose con cada minuto que pasaba. ¿Cuántas personas estaban despertando en ese momento? –Me pregunté- no podría imaginar los múltiples pensamientos que embargaban tantas almas; las alegrías, los recuerdos, la pesadumbre. Seguí caminando disfrutando del frío en mi nariz, pensando en lo maravilloso que es despertar y cantarle a la vida; no sentía ya más dolor, el corazón parecía haberse vaciado por completo la noche anterior, el liquido viscoso había sido derramado en algún sueño y nada parecía atormentarme. Las oraciones de mi madre debieron haber hecho efecto- pensé- y me volqué en una ternura y un agradecimiento que no cabía en mi corazón. Todo estaba claro, sí bien mi madre había intentado describirme su preocupación; sólo yo debía juzgar las cosas, y lo confirme.

“Entregarme, era la consecuencia directa de amar; y la entrega también significaba sacrificio, pero motivado; el mundo confunde la entrega con la estupidez, con la ingenuidad. Puede ser que entregarte en momentos de crisis, en momentos de adversidad, sea a la vista de muchos un acto inocente y riesgoso; pero no puede darse una entrega más sincera que esa, la entrega del amor, de la confianza, del propio ser. No sé, quizá esté sembrando en mi corazón rosas plagadas de espinas, ilusiones colmadas de aire. Pero no importa, el deseo de entregarme al amor, en sus múltiples manifestaciones me colma, me acerca al amor máximo, al amor de Dios. Sé que Dios me quiere feliz, pero quiere que me olvide un poco de mi para concentrarme en entregarme a mis semejantes, en desprenderme de mi, para que llene de ÉL."

Y seguí caminando recordé que hace varios días había traído en mente la idea de “empezar a escribir mi historia”, pero creo que me equivoque un poco, me equivoque porque me puse enfrente. Escribir mi historia depende de cuánto me dé yo por la demás gente, escribir mi historia depende de cuál sea mi capacidad máxima de amar. Eso es escribir una buena historia de amor. Y pues no hay mejor mes que diciembre para entregarte entero al amor. La mañana seguía transcurriendo y mis pensamientos iban y venían hacia todos lados, hacia muchos rostros. Me sentía muy agradecida con la vida, por dejarme ver con claridad las cosas, por haberme dado la capacidad de entender y de aceptar lo que me estaba pasando. Y seguí caminando.

Propósitos.

Ayer en la noche estaba tratando de comenzar a escribir mi lista de propósitos de año nuevo; ésta lista la hago cada año, pero no para comerme doce uvas y leerla mientras mi boca se encuentra atiborrada de frutos dulces, apresurando los primeros segundos del año. Lo hago para tener en mente lo que quisiera lograr en el año y lo que quisiera cambiar o perfeccionar. Recordé que había dejado mi lista del año pasado en un libro que todavía estaba aquí en monterrey, así que baje las escaleras y lo busqué en “el cuartito”; ahí se encontraba tal como lo recordaba, en un libro llamado “El viaje del Elefante” de José Saramago, me lo habían regalado de cumpleaños, más no recuerdo bien de que se trata, sólo sé que era de un viaje y de un elefante arfs--. Al igual que aquel libro amarillo con un gran elefante morado dibujando en la portada, con el pasar de los meses había olvidado mi lista y deje de recordar lo que me había propuesto para éste año como a mitad de abril.

Mi lista no era muy larga, estaba escrita en tinta negra sobre un papel color morado; se encontraba acaparada de ideas como; terminar mi carrera, poder terminar mi tesis, encontrar trabajo. Sólo había dos puntos que no implicaban propósitos profesionales; lo que leí me impacto e hizo que se me hiciera la piel chinita y que de inmediato una sustancia agria llenara mi paladar para dejarla seca, apareciendo en mi garganta aquel nudo ya tan familiar; transcribo los dos últimos números de mi lista: 7.- acercarme mucho más al amor de Dios.; 8.- Encontrar el amor y vivirlo.

No tengo idea, del porque escribí esos dos últimos puntos. En aquel momento mi vida era bastante simple y había decidido “mi futuro” sentimental, encontrar el amor no debía haber sido una meta, pero por algo lo había puesto. Tenía tiempo deseando tener mucho más apego a las cosas espirituales, pero no recordaba haberlo escrito.

Leer lo que uno se ha propuesto es importante porque nos ayuda a hacer un balance y reconocer qué es lo que nos hemos quedado debiendo al final de un periodo. Hoy puedo afirmar, que de mi lista del año pasado sólo me debo la tesis. Pero en cuanto a los dos últimos puntos, no sé qué decir; creo que debieron tal vez ser uno sólo, instituyo que no eran realmente propósitos si no deseos; que son muy diferentes. Hoy tengo que pensar muy bien lo que desee para el próximo año, porque el poder de lo que se escribe, de lo que desea, sobre todo cuando viene directamente del corazón, puede llegar a ser muy poderoso. Ya les contaré un poco de mi lista cuando la termine.

viernes, 11 de diciembre de 2009

De noche.

De noche todo se puede ver dramáticamente diferente; en la mañana el mundo parecía darme cierta paz, algo de consuelo; hoy sé que todo era ilusión. No hay más verdad que las sombras que me persiguen en ésta obscuridad.

De noche, parece que todo está lo suficientemente calmado para contemplar con lupa las situaciones, el pasado, lo vivido. Por eso dicen que el mejor juez es la almohada; porque sólo el que duerme sin pensamientos revoltosos y tranquilamente; es el que tiene paz.

De noche me veo en el espejo y me visualizo obscura, fantasmal; distingo entre esos rasgos toscos que quizá no sea la persona que yo pensaba, que me he estado engañando a mi misma todo éste tiempo. Tal vez ni siquiera mi nombre sea real. No tengo confianza en mis acciones, en mis decisiones, en mis sentimientos; me convierto en mi peor enemiga a cada segundo y me duele, no logro reconocerme.

Entiendo porque la noche se asocia con la maldad; entiendo porque la falta de luz trae sombra, entiendo porque hoy me duele tanto la noche. La noche trae aires de egoísmo, de frustración de amarguras. Pero también trae la promesa de un nuevo comienzo, de saber que detrás de tanta penumbra siempre habrá un amanecer, diferente, claro; pero amanecer al fin.

No pierdo la esperanza del perdón y de lograr la pureza de corazón; No dejaré que ésta noche me arrebate lo único que tengo; mi fe.

No me me veo con claridad, es cierto, pero el hecho de saberme en obscuridad; y reconocerme equivocada me da esperanza. Sigo sintiendo pesar por mis acciones, sigo sintiendo dolor por mis sentimientos desordenados. Tengo esperanza en saber arreglar de manera idónea mis propias noches. Nadie me resolverá la vida; por más que yo quiera. Tengo que empezar a escribir mi propia historia.

Tengo que enfrentar de una vez por todas mi realidad; tengo que dejar de ver oasis, y abandonarlos cuentos de hadas, tengo que saberme sola y de noche.

Tengo que saber que a veces hay cosas que no son para ti; que la vida te da dones, regalos; que quizá haya regalos que no me corresponden. Y lo acepto, tal vez la comodidad sea mejor que el amor después de todo. los sueños siempre serán fantasías, los recuerdos son sueños que revives; la realidad puede darte falsos reflejos; No todo lo que brilla es luz. Pero todo sigue siendo tan obscuro de noche.

Amanecer.

Se encontraban en ese lugar; ella sabía que ya nada iba a ser igual después de ese viaje. Pero no le importó. Despertar esa mañana parecía más sencillo, aunque su corazón se sentía más pesado, estaba cargando con algo que no entendía, su peso se acomodaba en su pecho como un saco lleno de un líquido viscoso. Decidió que tenía que descubrir a dónde había llegado; que tenía que ponerle razones a la locura.

Ella sabía que él estaba a su lado; dormido, lo había sentido aún antes de reconocer su propio cuerpo esa mañana. Se habían vuelto secuestradores habituales el uno del otro. Se privaban de su libertad, de su vida, de su soledad; para recluirse en un mundo común, para acompañarse. Saben que nadie pedirá su rescate; son ellos mismos todo y nada, son víctimas, victimarios, cómplices, amigos, desconocidos y a veces hasta el rescate mismo de su plagio.

Ella dejó de contemplar su adormecimiento; despertó y lo besó; no parecía el mismo hombre de la noche anterior, ahora había algo diferente; un sueño compartido significaba muchas cosas para ella; el guardaba silencio, seguía dormido, era imposible saber cuál era su reacción próxima, pero era parte de su encanto; la sorpresa se volvió en el combustible de sus vidas. Todo parecía lento, como la fina luz que se filtraba por la ventana. Cada movimiento complicaba el siguiente paso, el decirle adiós a ese lugar atemporal, ese espacio en el que parecen perderse las horas y los besos; no era fácil. Pero todo tiene su final; ellos lo sabían, todo se tiene que dejar ir. Sobre todo cuando no es el momento, porque; ellos conocen que tratar de vivir primavera en pleno invierno es imposible; aunque se empeñan a cada rato en arrancar rosas del gélido jardín; en desprender de las nubes frías y obscuras, tibios rayos de sol.

Ella camina hacía el adiós, hacía la humeante realidad, hacía la nebulosa mañana. El se pierde en su urgencia de seguir la vida. Ella se resigna, como siempre.

Lo malo y lo peor del silencio.

Lo malo de querer guardar silencio, son esas ganas de gritarle al mundo lo feliz que me siento o que hoy por primera vez supe lo que era despertar; lo peor de guardar silencio, es morderme los labios cada vez que quiero decir alguna oración con tu nombre en ella. Y no me importa que pueda pensar Benedetti o cualquier otro poeta. Me interesa más bien lo que se me queda en el tintero del corazón; porque escribir con el corazón en la mano no se me complica, lo difícil es dejarme leer, exponerme; nadie comprende lo que siento, y eso no me quita el sueño. Me preocupa que sea necesario guardar silencio para calmar mi alma, me angustia morderme los labios, y amarrarme las manos, para tratar de apaciguar al corazón. ¿Cuánto tiempo?, no lo sé, y no me importa mucho; sólo me preocupa el desgaste, los silencios y sobre todo las necesidades recurrentes de presencia tuya; cualquier clase. Creo que mis letras no son más que el consuelo de tu ausencia.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Diabetes.

Tengo que dejar de escribir un tiempo, para no colmarlos de miel y azúcar; creo que estoy demasiado "dulce" por estos días. Para protegerlos de un daño en nervios, páncreas o riñones dejaré de publicar por lo menos hasta el otro año.


Los quiero mucho, feliz navidad, y nos veremos el otro año.

Sin escapatoria.

Cada vez que quiero escribir de algo, el amor me persigue como un depredador hambriento, huir significaría esconderme del aire o del sol, así que me dejo atrapar entre sus finas garras, no por querer ser víctima, si no porque es inútil evadirse es más rápido que yo y mucho más listo. Y para mí el amor no tiene muchos nombres, quizá cuatro; mi madre, mis dos “hermanos” y tú. Siempre tú.

Tampoco pretendo certificar que yo no quiera a más personas, simplemente hay que saber que hay clases de amor, y del que yo hablo es ese que aviva al corazón, que se derrama como chocolate caliente en la garganta de un migrante que lo disfruta ansiosamente después de no haber probado alimento en muchos días; amor que penetra hasta lo más profundo de tu ser con una velocidad imperceptible pero con una huella innegable, amor que emancipa a los sentidos del cuerpo, para sólo tener como jefe al amor mismo, amor que regala besos y busca abrazos; amor contemplado, sereno, excéntrico, coherente, silencioso y ensordecedor. Porque el amor hace eso, llena vacios del alma, colma corazones; hace despertar en los rostros sonrisas de paz y ternura.

Hay conexiones indescriptibles, el amor es atemporal surge en cualquier lugar y en tiempos imperceptibles, el amor no es más que la expresión de una amistad maximizada, una luz de divinidad envuelta en humanidad latente. Una chispa de magia en las manos de un niño.

Odio la palabra para siempre, las promesas, las cosas que se dicen cuando se quiere jurar un amor eterno suenan tan absurdas como frases sacadas de una mala canción de pop, y es que pareciera que nada es perpetuo. Pero al voltear hacía mis personas no se me viene a la mente otra cosa más que eternidad. Se conjugan todos los más hermosos verbos con sus nombres, mis lágrimas brotan fácilmente cuando los recuerdo lejanos, y mi corazón en muchas ocasiones parece dar saltos cuando los abrazo. Y los quiero de todas las formas posibles, como amigos, como hermanos, como familia. Y la eternidad simboliza la trascendencia, ellos trascienden constantemente en éste amor, en éstas letras, en mi sonrisa al recordarlos, y en mi momento de amarlos.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Mis palabras.

No puedo describir con palabras lo que siento cuando te veo; aun peor no sé qué decir cuando te recuerdo. Mi corazón parece paralizarse con tu imagen en mi mente o en alguna foto. Quiero estar contigo, caminar contigo, reír contigo. No lo puedo negar, el miedo a veces aparece como ladrón sigiloso robándome todas las esperanzas que había construido en ti; pero posees la magia de restituirme todo y más, con una sola sonrisa.

Me duele saberte tan confuso; eres un laberinto de posibilidades y de emociones indescriptibles. Vivirte es caminar con los ojos vendados todo el tiempo, sin más pistas que la realidad que tus ojos en ocasiones me dejan ver. Son esos tus dos grandes ojos negros y tus profundas cejas que parecen el marco perfecto para mis sueños; que dan a mi vida la luz necesaria para confiarte mi corazón. No sé que pase mañana, quizá me encuentre tirada en algún lugar victima de la irresponsabilidad evidente de quererte.

Y mi estrategia no es otra más que sorprenderte; hacerte feliz, brindarte vida y amor en cada respiro tuyo. No sé si mis acciones den frutos, pero lo que si sé es que verte, platicar contigo, escucharte; me llena de vida y de fuerzas. A fuera diciembre ha tocado nuestras puertas pero dentro, en nuestros corazones Julio sigue causando estragos, llenándonos de calor, abochornando nuestras almas con una humedad intima, cálida y cómoda. Nuestros cuerpos empiezan a adaptarse perfectamente. Y nuestros corazones se vuelven uno solo. Pareciera como si realmente no hubiera un solo espacio de nosotros que no encajara, que no engranara y se moviera armoniosamente.

Me haces inmensamente feliz; dijiste ayer que tú podrías, si fueran otras las circunstancias, ser mejor. Lo poco de ti, lo que sé de ti me hace feliz; no puedo creer que pueda haber algo mejor que eso, y sí es que lo hay sería mi felicidad plena supongo, pero no lo sé. Mientras tanto esperaré lo que sea necesario, y no porque tenga que hacerlo, si no porque quiero hacerlo. Te quiero en mi vida seas o no lo que representas hoy. Te quiero porque me enamoré primero de la persona y después del hombre.

viernes, 4 de diciembre de 2009

RE:


La culpa no la tenemos nosotros; ni mucho menos el tiempo que pasamos juntos, la culpa es del frío. Siempre el frío hace darnos cuenta que la soledad pesa, la soledad hace que el frío se intensifique en las manos y en el espacio vacío.

La culpa tampoco es de todas las circunstancias, esas son solo pretextos y razones estúpidas para dejarnos a un lado; hay algo más profundo, lo pudiste averiguar al ver mis ojos ésta tarde; -Estas radiante- dijiste, y yo sólo sonreí, las hojas tienen que caerse siempre en el otoño y el invierno sólo trae frío. El problema de la melancolía estriba siempre en recordar y suspirar; en sentir frío y buscar culpables.

Siento mucho ser así, sentir lo que siento; siento mucho que seas así, y que sientas lo que yo no siento. Sentimos frió y no tenemos la culpa.

Pienso en nuestras manos.

Pienso en tu mano, pero no como una parte de tu cuerpo; pienso en lo que significa tu mano en la mía, en lo que me hace sentir cuando entrelazas tus dedos suavemente por los míos, unas veces helado otras tantas con un grato calor; pienso en tus manos cuando estrechas tan fuerte las mías que me da la impresión de que no quisieras soltarme.

Tener tu mano en la mía simboliza que por un momento, sólo por un instante tu vida está ligada a la mía. Y nada de lo que pasa alrededor nuestro importa; tu mano significa para mí, la ilusión de que estás aquí solo y que yo también estoy evidentemente sola, y la unión de nuestras manos nos hace compartir soledades. Porque a pesar de que tengamos cada uno un par, no son suficientes. Mi mano ahora busca desesperadamente la tuya; sobre todo por las noches, en el frío de éstas noches de invierno donde parece haber dejado un helado vacío entre mis dedos.

Pienso en mi mano y sólo se me ocurre, ternura; no porque en sí ellas sean tiernas, si no que al rose de ti, se transforman en dos suaves pañuelos, que temen tocar demasiado por no lastimar, para no incomodar. Mis manos disfrutan de todo aquello de ti que puedan arrullar; y puede que a veces no actúen como debieran, pero no las culpes, no se manejan solas todo el tiempo.

Y así tu mano y la mía buscan formas de encontrarse, momentos cómodos y tiernos; que se pierden en el tiempo, en el espacio que ocupamos, en lo tangible y lo intangible. Que se tienen sólo en el hoy, ya que son absolutamente ciegas al futuro. Pero el futuro siempre se comporta igual, incierto. Por lo tanto tenemos nuestras manos, sólo por que sí. sólo por tener una mano que sostener en la cual depositar lo que se te ocurra; la vida, la confianza, los sueños y a veces también las lagrimas...

Gracias por en ocasiones prestarme tu mano.

jueves, 3 de diciembre de 2009

A ti, amig@

Recibir noticias, como un correo de un amig@ siempre es reconfortante, porque es una manera de tenerlo cerca, aunque esté a muchos kilómetros de distancia; pero el saberlo desesperado, me hace sentirme igual, me hace tratar de ayudarlo; pero hay cosas de las cuales no puedo librarlo yo. Hay luchas internas que tienen que ser superadas por el. Lo único que me queda es darle palabras de aliento, palabras de reconforte, suspiros de amor. Y todo con la premura del tiempo y como 15 contratos de donación de acciones que tengo que terminar.

Desesperación.

El ser humano tiene como objetivo de vida emprender una búsqueda constante de amor; los caminos son muchos y en su mayoría nos llevan por veredas superficiales que tienden a tornarse pegajosas con el paso del tiempo, te enredan con sus finos hilos de chicle y se te pegan a la suela de los zapatos, entre más te mueves más se pega y de pronto las piernas quedan sujetas a esa viscosa mezcla y poco a poco van atrapando todo tu cuerpo. Se tiene que tener cuidado con los caminos que recorramos en nuestra búsqueda de amor; de amistad, de comunión. Somos seres sociales, somos seres con un fin común. Pero las veredas siempre nos definen, ¿Qué vereda haz escogido tu?, la desesperación se debe a que has quedado atrapado en alguna vereda, ese chicle se te ha pegado por todas partes y te mueves desesperadamente tratando de arrancártelo; así no funciona, tienes que darte un baño, tienes que quitártelo con otro tipo de herramientas. Y cuando sientas que no queda nada, seguir caminando, pero sobretodo saber escoger la vereda en la que te conviene caminar; buscar siempre el camino iluminado, el camino limpio. Y dejar la desesperación para los que no conocen que hay otros caminos, para los que no saben usar otras herramientas. Déjaselos para los que se pierden en la desesperación de la obscuridad. El conocimiento del amor supremo, el amor a Dios nos liga a sabernos resguardados, pero a la vez con la obligación de caminar por sus veredas, por los caminos que Él nos muestra.


Te quiero.

--

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Juegos

Nunca aprendí a jugar “juegos de mesa”, porque de entrada soy hija única y porque nunca me llamaron la atención; otro tipo de juegos como “escondidas” o “quemados” -creo que así se llama- tampoco me gustaban, eso de que te persiguieran o esconderte para que otro te buscara; me llenaba de angustia. Sí, es parte de ese espíritu “sensible” supongo.

Aprendí en cambio a jugar el famoso nintendo por mi condición de hija única, y porque al final de cuentas no competía contra nadie más, más que conmigo. Dadas las circunstancias no me gustan las competencias; cosa extraña en un abogado o quizá cosa extraña en un ser humano.

No me gusta compararme, ni tampoco por ejemplo correr una carrera –eso de sentir que la gente te sigue no es nada placentero para mí-. Y no siento que dicha conducta me defina como perdedora o como una persona conformista o que no quiera sobresalir. Tengo mis propias formas, creo, de hacerme notar o más bien de gustarme a mí misma. Mi forma de sentirme realizada es verme a mí crecer, compararme conmigo y crecerme por mí, no porque otra persona esté pisándome los tobillos. No tengo un ego que quiera hacer mostrar a los demás supongo.

Me desespera la competencia; no me brinda paz y me hace perder en cierta manera las ganas de seguir dicha carrera; siento como que la idea de que más de dos personas estén luchando por ganar algo, desgasta el valor de ese objeto lo vuelve común y pierdo poco a poco el interés; cosa que comunmente es al contrario. Soy la anti economía, anti-oferta y demanda.

Me gusta sentir que las cosas las hago por mí y para disfrute mío, si no lo alcanzo será porque no supe ganarlo y mi lucha será perdida contra mí, no contra otra persona o contra otros parámetros. Si no una lucha interna. Quizá tenga que ser realmente analizada por algún psiquiatra.

No puedo dormir y ésta idea salió de una sopa de cosas que traía en la cabeza; entre correr en calzada, ver competencias en la tele y cosas más profundas.

Val vs el mundo.

Hay días como hoy en que quiero enfrentarme a muerte contra el mundo. Nada de lo que veo en el parece ir conmigo, y prefiero dormir en vez de comer, o leer en vez de platicar; tirarme a escribir sobre el mundo que quiero, en lugar de salir y enfrentarlo o aceptarlo.

Lo que pensé que iba conmigo, parece alejarse de mi todo el tiempo; me pregunto ¿Es un rechazo de iguales? no lo creo, es más bien que hay cosas que no nos pertenecen, simplemente no nos tocan. La batalla parece estar destinada a ser ganada por el mundo siempre y por las creaciones y las ideas. de pronto me encuentro sangrando en una habitación llena de zumbidos procedentes del exterior, nada parece en calma, no se respeta a un guerrero vencido, el mundo siempre saca sus finos colmillos y muerde, sigue mordiendo; desgarrando mi lucha perdida en la obscuridad que anuncia el termino de otro día en mi fallida batalla.

Todos los días me siento a contemplar que habito un mundo que me es ajeno. Y me esfuerzo por encontrar maneras por adaptarme a el y encontrar entes afines, pero no lo logro, las sombras empañan lo que se alcanza a ver y pierdo el rastro. y me quedo de nuevo viendo como la tinta de mis pensamientos escurre entre las paredes de mi cuarto.

Y mis letras se crean siempre llenas de sencillez; ni siquiera puedo escribir como erudito Inglés o escritor romántico del neoclasicismo francés. Soy demasiado simple en todo, demasiado regular y a la vez inadaptable, un completo espécimen, una criatura quizá más ordinaria que extraordinaria.

Tal vez termine por rendirme al paso de éste mundo y me manche de el lo suficiente para entenderlo y transitarlo como TODOS. Y mi guerra con el sea más bien una tregua. Mientras tanto me quedaré buscando palabras para esconderme de el y muchas veces, casi siempre de mi.


ocho8

Así creo que se siente; cuando uno desgasta la suela de sus zapatos por tanto caminarlos; como cuando acabas un crucigrama, cómo decir que el día ocho de diciembre nos significaba algo importante y ahora no es más que un día de la próxima semana; como cuando esperabas una noticia importante que nunca llego, como la edición especial de esas galletas que sólo venden por temporada, como mi presencia en este lugar, como la usencia de un amigo que se encuentra a millones de kilómetros. Todo irremediablemente tiene un final, un ciclo, todo acaba por volvérsenos pasajero. Lo que pesabas que era para siempre, ahora es pasado y recuerdos; no hay ya promesas por cumplir, se nos rompió el lazo, ninguna joya hay que pueda unir a esas dos almas. Pero ¿por qué dejar que algo material pretenda juntar para siempre a dos corazones?; qué desperdicio de material brillante. Cuando lo verdaderamente importante es incosteable y mucho más precioso que las joyas que adornan la corona de una Reyna muerta. Me acuerdo de las presencias hoy porque casi son muchos años de que sucedió todo en una sala de cine y hoy en retrospectiva el tiempo se nota mucho más largo ahora que dejo de ser, que misteriosamente desapareció entre el frio una noche de primavera.

No noto ya indicios de tu olor o tu esencia; y no es culpa tuya ni mía. Es culpa de la primavera que desgarro la suela de lo que yo sentía. Por que comprometernos a una vida era condenarte a una compañía aparente. Quizá te muestres como otras veces en mi puerta en unos días, lo presiento; eres tan legible a mi mente, te descifro porque eres hombre de formas claras y precisas; qué te volví al final un poco desubicado, es cierto; pero no podía seguir condenándonos a una joya que prometía un hecho frio y artificial.

Te puedo agradecer muchos años de aprendizaje constante; de centrar mi corazón, de estabilidad emocional, de coherencia en actos, de rectitud constante, de verdades coherentes. Gracias, porque fuiste un trazo firme en el dibujo de mi imagen, una imagen que ahora se muestra garabateada y cruzada en líneas borradas y sin rumbo fijo aparente. Me toca a mi enseñarme a seguir dibujándome a mi manera, a la manera en que debió haber sido siempre y que quizá por mi culpa te deje dibujar. Pero no estuvo mal, soy en gran parte un dibujo tuyo que casi no se ve, detrás de tanto trazo que ahora me he dibujado. Pero me gusto sabes, ahora me gusto mucho más que antes. Me dices que a ti también; pero tú y yo sabemos la verdad, las miradas no engañan. Pero gracias, siempre gracias. Te querré siempre, te amaré siempre, en el recuerdo de mis años, en la estabilidad de los recuerdos.

Carta.

Amiga:

Somos víctimas constantes de fantasmas inescrupulosos que muestran sus caras; siempre deformes. Aquellos querubines amados fueron desterrados por corazones que olvidan o mueren, o que mueren tratando de olvidar. Se nos aparecen de vez en cuando en cualquier parte, a veces sólo son sombras que figuran un pasado inerte y subversivo; otras veces hacen mover montes y valles del alma y cuelgan sus saladas alas en lo más interno del alma. Pero siempre como fantasmas, como demonios internos. Jamás llegarán a ser más que eso, porque ellos mismos autoexiliaron su imagen de nuestras vidas; ¿me hablas del destino? Bueno si creyera en él; como lo he dicho ya tantas veces, podría acusarlo y reprocharle esas apariciones constantes de los entes en cuestión; pero no es así, el destino no justifica a la antimateria, porque los que se nos aparecen no son personas a nuestros ojos; fueron personas a las que dimos muerte, una muerte que huele a ausencia y muchas veces a dolor, nuestro corazón no puede registrarlos más que como espectros y nuestra razón; ¡vaya! Esa no se da cuenta muchas veces del paso exacto de su imagen frente a su cara. Es siempre el corazón el que responde con latidos estruendosos y fatídicos. Nuestra mente en cambio vuela al pasado o contempla el archivo muerto de caras ya olvidadas; siempre objetivas e intransigentes. Pero como siempre poner de acuerdo a esas dos presencias internas es trabajoso; para momentos de apariciones no hay más que segundos de temblor profundo y piernas nerviosas. ¿Me hablas de miradas? Siempre hay miradas entre dos rostros conocidos, entre dos rostros con pasado en común, que se enredan en miradas en complicidad y curiosidad. Nos volvemos esclavos del pasado y del futuro y el presente nos desgarra la imagen que tenemos en frente. Pero todo es momentáneo, los fantasmas se van con el primer rayo de luz, el primer indicio de desaparición es él reproche, la primera distracción de memoria. No te agobies más; siempre son fantasmas, continuamente se nos aparecerán fantasmas sin escrúpulos; y lo peor, somos nosotras fantasmas de otros seres, de otras almas.

El camino.

El amor busca historias en las cuales hacer su camino. El amor no puede por sí mismo ser reflejado se necesitan historias para que sea contado. Y las historias no son otra cosa más que almas que vinculan al amor con la materia. Ver reflejado el amor en unos ojos, en la mano de un niño, en la caricia de una madre, en el camino hacia tu casa, en el café de mi abuela, el olor cítrico de tu pelo, el hambre de compasión de un enfermo, la curiosidad de mi cuerpo hacía el tuyo, la capacidad de perdonarnos, la risa de un amigo, la soledad frente a un espejo, la espera de un perro, las letras de un buen libro, la brisa que toca mi frente, el trabajo de los padres, la melodía que despierta nuestro día, el murmullo del rezo en unos labios…. Así se materializa el amor, que al igual a su definición parece no tener fin ni límites. El amor como concepto podría tener una definición hueca si no existieran historias, si no existieran almas en las cual hacer su camino.

Circunstancias.

Ya me estoy empezando a cansar de las circunstancias; ¿qué son las circunstancias?, no son más que pedazos de razones unas veces vinculadas otras tantas aisladas. Hechos que como todas las cosas humanas, son vulnerables a los cambios y a la inestabilidad. Circunstancia es ésta de verme sentada en una mesa escribiéndote a ti, intentando hablar de ésta circunstancia disfrazada de ti.

Circunstancia es esta de no tener FE y no poder darme cuenta que no hay más que un punto hacía donde se debe mirar. No debes ver las circunstancias como “razones” como “pretextos” para dejar a un lado el paso firme, el amor y el fin último de nuestras vidas. O quizá la felicidad se vuelva circunstancial algunas veces, tan dependiente, tan intrascendente; tendría que dejar de buscar la felicidad en otros y encontrarla en mi. Pero sería dejar de buscar el amor de igual manera para saber encontrarlo en mí y no en las circunstancias.