lunes, 14 de diciembre de 2009

Propósitos.

Ayer en la noche estaba tratando de comenzar a escribir mi lista de propósitos de año nuevo; ésta lista la hago cada año, pero no para comerme doce uvas y leerla mientras mi boca se encuentra atiborrada de frutos dulces, apresurando los primeros segundos del año. Lo hago para tener en mente lo que quisiera lograr en el año y lo que quisiera cambiar o perfeccionar. Recordé que había dejado mi lista del año pasado en un libro que todavía estaba aquí en monterrey, así que baje las escaleras y lo busqué en “el cuartito”; ahí se encontraba tal como lo recordaba, en un libro llamado “El viaje del Elefante” de José Saramago, me lo habían regalado de cumpleaños, más no recuerdo bien de que se trata, sólo sé que era de un viaje y de un elefante arfs--. Al igual que aquel libro amarillo con un gran elefante morado dibujando en la portada, con el pasar de los meses había olvidado mi lista y deje de recordar lo que me había propuesto para éste año como a mitad de abril.

Mi lista no era muy larga, estaba escrita en tinta negra sobre un papel color morado; se encontraba acaparada de ideas como; terminar mi carrera, poder terminar mi tesis, encontrar trabajo. Sólo había dos puntos que no implicaban propósitos profesionales; lo que leí me impacto e hizo que se me hiciera la piel chinita y que de inmediato una sustancia agria llenara mi paladar para dejarla seca, apareciendo en mi garganta aquel nudo ya tan familiar; transcribo los dos últimos números de mi lista: 7.- acercarme mucho más al amor de Dios.; 8.- Encontrar el amor y vivirlo.

No tengo idea, del porque escribí esos dos últimos puntos. En aquel momento mi vida era bastante simple y había decidido “mi futuro” sentimental, encontrar el amor no debía haber sido una meta, pero por algo lo había puesto. Tenía tiempo deseando tener mucho más apego a las cosas espirituales, pero no recordaba haberlo escrito.

Leer lo que uno se ha propuesto es importante porque nos ayuda a hacer un balance y reconocer qué es lo que nos hemos quedado debiendo al final de un periodo. Hoy puedo afirmar, que de mi lista del año pasado sólo me debo la tesis. Pero en cuanto a los dos últimos puntos, no sé qué decir; creo que debieron tal vez ser uno sólo, instituyo que no eran realmente propósitos si no deseos; que son muy diferentes. Hoy tengo que pensar muy bien lo que desee para el próximo año, porque el poder de lo que se escribe, de lo que desea, sobre todo cuando viene directamente del corazón, puede llegar a ser muy poderoso. Ya les contaré un poco de mi lista cuando la termine.

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