domingo, 6 de julio de 2014

Leer.

No sabía cuánto tiempo llevaba leyendo ese libro, podría ser minutos o quizá horas, la linea de luz que entraba por la ventana del balcón se deslizaba cariñosamente por la alfombra y ella no lograba pasar pagina. Eran otros pensamientos los que tenían resentidos sus sentidos, eran otras anotaciones a píe de pagina, otros viajes, otros nombres, ninguno escrito en “arial black” ninguno que tuviera enfrente ahora mismo, por lo menos en sus manos. Cuántas cosas habría pensando decirle sí tuviera el momento de hacerlo, si se animaba a despegar sus ojos de aquellas paginas si vida, si sus pies no fueran esclavos de decisiones anteriores. Todos somos el resultado de pequeñas decisiones que tomamos mucha antes, a veces de abrir los ojos. Había soñado tantas veces con abrazarlo, sus manos se habían ido encogiendo, sus brazos parecían más pálidos. El cuerpo es un holograma de nuestros sentimientos. Y nuestros pensamientos, esa cadena infinita de acontecimientos que jamás llegan a concretarse, deseos infructuosos, hechos que se desploman por no salir de nuestro cuerpo. Y en momentos pensaba -Nos parecemos tanto a aquellas paginas que no terminamos de leer, somos iguales a todas aquellas lineas y palabras no dichas, todo aquello que desconocemos, está detrás del libro o debajo de él. El momento había llego y, el juego, quizá esta vez, sí habría que comenzarlo, simplemente habría que voltear la pagina.