miércoles, 20 de julio de 2022

Así sea.

Todas las noches pides rezar para ahuyentar las pesadillas, juntas tus pequeñas manitas, cierras fuerte los ojos y casi gritando pides:-Porfavor Dios que no tenga peasadillas, así sea- y me pides que rece contigo, y te quejas de que no sé hacerlo, y tienes razón hace tiempo que mi fe se desvaneció y te admiro y también siento un poco de envidia, vas en el coche y pides porque sople el viento, y agradeces cuando sucede, amaneces y veo tu carita agradiciendole a Dios que el sol está ahí para meterte a la piscina y poder jugar. Y yo pienso, a dónde se va la fe, qué tanto me tuvo que pasar para dejar de creer en algo. Yo también gritaba, juntaba las manos y miraba al cielo en busca de algo. Ahora solo espero que sucedan las cosas, hago lo que está de mi parte y es todo, sigo adelante. Agradezco, claro siempre hay que saber agradecer, pero me falta esa ceguera, ese no necesitar más pruebas que el aire que pasa por mis dedos para saber que ahí está Dios. Mi fe ahora es la tuya, hija mia, me agarro a tu fe para volver a la propia y aprendo de tu capacidad de asombrarte y de dar gracias, de tu ìmepetu hacía lo más grande que hay y el amor que mueve tu corazón. Yo sabía rezar, supe hacerlo bien hasta que no le vi sentido. Qué hizo que lo dejara de buscar? No lo sé, la adultez, la realidad y crueldad, tal vez. Pero aquí estoy cada noche volteando hacía las arruguitas de tus ojos cuando los cierras, esperando encontrar en ti lo que parece que ya perdí.