martes, 19 de febrero de 2013

Amor.

Nunca más su risa ronca, nunca más la mañas de mover las manos y de acariciar mi cabello con sus dedos húmedos. Nunca más su mirada marrón y sus pasos lentos y pesados. Ni el destello de sus dientes, ni su pecho, ni sus zapatos junto a los míos.

Se me atropellan las palabras, mis pies aderidos al piso sin poder dar un paso esperan impacientes, ladran los perros como cada noche, o quizá esta noche lo hagan más fuerte, nos han oído. La noche amenazante  lanza sus miradas sobre la casa apenas iluminada. La luna entra con el sabor de indeseada por la ventana de la cocina, ilumina mi mano, me señala.

El viento hace hablar a los árboles, ellos gritan como únicos testigos. Volteo y te veo, no sé si dedicarte unas palabras, quizá lo tomarías a mal, el aire vuelve a a hacer gritar a los árboles, y yo desisto, dejo que ellos te hablen, ellos lo han visto todo. Ni tu verdad ni la mia, solo la verdad.

Mi cuerpo palpitante me hace recortar que corre sangre por mis venas, que sigo viva. Aunque me sienta congelada, algo dentro de mi me produce el calor necesario para seguir respirando, para dar unos pasos.

-Qué importa el tiempo- te digo, y no me contestas nada. Así no pareces tan despreciable, casi como si volviera a amarte, casi como aquella ves que te vi por primera vez, cuando prometiste mucho, cuando te creí todo. -Nos amamos- es cierto. O bueno ¿qué es amor al final de cuentas? Amor es lo que he hecho, lo que hemos hecho todos estos años, tu en tu trinchera, yo en la mía. Siempre a la par, siempre como pareja. O por lo menos eso parecíamos.

Amor, sí es que te quieres poner sentimental, es dar hasta la vida por quien amas. -Yo te la di, yo te la di!- ok, prometí no gritarte. Pero estamos a mano.

Solté el cuchillo lleno de sangre, lo lavé,  me senté en la mesa, y te seguí hablando, toda la noche, como antes.


martes, 12 de febrero de 2013

El primer pensamiento.

El polvo se levanta. Las agujas siguen en el suelo, ya se han cansado de pinchar el inerte sentimiento. Si los recuerdos no me engañan, ha pasado ya mucho tiempo desde la ultima vez que te llamé por tu nombre. Aquello que resultaba tan familiar hoy no me dice nada.

Me siento a intentar escribir las cosas que, por más absurdas, parecen ser la única alternativa. No es fácil vivir todo el tiempo recorriendo sistemas y galaxias, yendo de una estrella a otra, viviendo de luz.

Cuadros sin color, líneas de ensamblaje, economía barata; sentimiento absurdo de vacío. Quién puede vivir recorriendo día tras día el mismo camino. Ni Sísifo ha sido capaz de leer dos veces su historia.

Y no espero que no me juzguen, para eso está el mundo, para asechar con sus ojos enfermos y miopes. Me preocupo más por mi propia perspectiva, por ese momento antes de dormir, por el primer pensamiento en la mañana, por qué canción que tarareo al ducharme; eso dice más de mi que las palabras.

viernes, 8 de febrero de 2013

Dos mundos.

Vivir entre dos mundos, tener los pies en dos lados, lo bueno y lo malo, lo correcto y el error. ¿Se puede estar siempre en las condiciones para discernir?. Hay tanta arena en el desierto que nadie ha logrado contarla.

Quisiera poder tener la certeza en la mano para alardear con ella, pero no la tengo. Tengo vida, por lo menos ahora. Y, aunque todo parezca oscuro y complejo, no hay duda, hay cosas peores.

Hoy le dije a alguien que la vida apestaba mientras me carcajeaba de risa, y es que la vida es esa eterna ambivalencia, esa mezcla de sensaciones, las terribles noticias, los amargos sucesos, las hermosas experiencias y las grandes sorpresas, suelen venir juntas. Siempre, entre dos mundos.

jueves, 7 de febrero de 2013

Disperso.

Dispersar mi mente hacía todos los rincones de mi cuarto, navegar por las orillas de mis pensamientos, limpiar poco a poco todo aquello que se usa a diario. Jugar con mi memoria sacudirla y, entre tanto, no pensar en nada en concreto, solo en dejarme llevar.

El orden es necesario, pero el desorden es fundamental para encontrar lo perdido. No hay mejor terapia que ordenar. Las cosas viejas se van, las cosas que no funcionan corren hacia la basura, lo añejado se pule, a lo sucio se le intenta limpiar y si ya no funciona se le deja a un lado y se desecha. Hay que dejar ir para poder seguir.

Entre tantas cosas, entre tanto ruido, entre tanto y tanto tiempo, siempre estaremos ahí, las cosas y las ideas no nos hacen lo que somos, esas nos van dejando conforme el tiempo avanza; la moraleja es saber qué sirve y que te estorba, la gran lección es dispersar.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Un pie y luego el otro sin perder el equilibrio, dos, cuatro, seis pasos. ¿A dónde ir? hay tantos caminos que recorrer que los pies parecen esclavos de las circunstancias.

Quisiera tener la palabra perfecta, la oración adecuada, hoy, solo puedo mantenerme callada. Cierro los puños, levanto la cabeza y veo el atardecer. El ir y venir de mi barca me deja mareada, quiero encontrar un anclaje, un lugar donde descansar mi sueños, sostengo mi mirada, mis párpados se caen.

Y justo en ese lugar donde faltas, justo a mi lado, la incertidumbre me carcome por las noches, se cuelga, se desgarra. Odioso anochecer, maldita penumbra de ideas. Quisera iluminar las aceras, los adoquines, las casas, mi mirada, correr a ti y prepararnos el almuerzo. Quisiera una vida juntos, quisiera mantener el equilibrio para volver a casa.

domingo, 3 de febrero de 2013

Tarde de domingo.

Ruidosa como un cascabel de gato, como botas en piso de madera, como un montón de niñas en un parque.

Mi alma vibra y hace ruido, mis pies se mueven con un "ta-tac", mis besos, mis brazos, mis pensamientos hacen eco sobre las montañas, se desplazan.

Yo, tarde de domingo; luces, globos de colores, gente gritando sin sentido.

Estruendo, motores de motocicleta mis sentidos.

Y como un torbellino son mis ojos que arrasan con aire y fuego lo que tocan, soy huracanes, terremotos y mares embravecidos.

Me despierto y canto y musicalizado bostezo y pereza, agua y piel, cadencia en mis días, música y pan.

En la obscuridad, el aire de mis pulmones mueve las ventanas como amenazando tormenta, soy estallido.



Llévame.

No me digas nada, sólo un día cualquiera, llévame a ver el mar. Toma mi mano fuerte y caminando, muéstrame los paisajes de viento, las veredas de luz, árboles de azulejos que se confunden con el cielo.

No importa la hora, no importa qué este haciendo, yo, cerrare los ojos y sin chistar, te seguiré. Tengo tantas ganas de descansar en la playa, poner mis pies en la arena, mojar mis labios en el mar. Quiero quedarme dormida en tu pecho, que el sol acaricie nuestro sueño, que nos haga volar.

Llévame a ver los veleros, los barcos enormes que a lo lejos pareces legos. Sujeta mi brazo y hazme un castillo en la arena, convénceme que viviremos ahí siempre, hazme sentir en casa y llena mi ilusión con la tuya. Quiero saciarme de brisa y que recorra mis venas.

Por la noche tomaremos vino, y cansados volveremos a casa, lejos del mar, me llevarás contigo.

viernes, 1 de febrero de 2013

Baile.

Bailando con demonios, descansando de las garras del enemigo, haciendo una tregua. Dos, tres, cuatro cervezas. Se puede hasta brindar con la tristeza.

El dolor no es de nadie, ese es un animal que caza con colmillos filosos a su presa. Y como animal duerme, come, goza y corre; el dolor es de la naturaleza. Tiene su propio latido, un cuerpo, pero sobre todo un alma en reserva.

Cantaría en martes las cosas que no he dicho, lloraría para que los mares dejaran de secarse. La agonía es atroz cuando se espera, hay que dejar que suba la marea que ensucie los zapatos y moje nuestros rostros la luna llena.

Los demonios no se van sí el que los lleva, sigue silvando la música que entregan.