domingo, 3 de febrero de 2013

Tarde de domingo.

Ruidosa como un cascabel de gato, como botas en piso de madera, como un montón de niñas en un parque.

Mi alma vibra y hace ruido, mis pies se mueven con un "ta-tac", mis besos, mis brazos, mis pensamientos hacen eco sobre las montañas, se desplazan.

Yo, tarde de domingo; luces, globos de colores, gente gritando sin sentido.

Estruendo, motores de motocicleta mis sentidos.

Y como un torbellino son mis ojos que arrasan con aire y fuego lo que tocan, soy huracanes, terremotos y mares embravecidos.

Me despierto y canto y musicalizado bostezo y pereza, agua y piel, cadencia en mis días, música y pan.

En la obscuridad, el aire de mis pulmones mueve las ventanas como amenazando tormenta, soy estallido.



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