viernes, 1 de febrero de 2013

Baile.

Bailando con demonios, descansando de las garras del enemigo, haciendo una tregua. Dos, tres, cuatro cervezas. Se puede hasta brindar con la tristeza.

El dolor no es de nadie, ese es un animal que caza con colmillos filosos a su presa. Y como animal duerme, come, goza y corre; el dolor es de la naturaleza. Tiene su propio latido, un cuerpo, pero sobre todo un alma en reserva.

Cantaría en martes las cosas que no he dicho, lloraría para que los mares dejaran de secarse. La agonía es atroz cuando se espera, hay que dejar que suba la marea que ensucie los zapatos y moje nuestros rostros la luna llena.

Los demonios no se van sí el que los lleva, sigue silvando la música que entregan.

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