jueves, 31 de enero de 2013

Entonces.

Corria despavorida por la vereda junto unos cuantos, delante de ella su pareja señalándole el camino no paraba ni un segundo doblándole el paso. Aquella tarde de verano se había convertido en algo que no entendía. Todas esas personas cuyos rostros no reconocía corrían al igual que la pareja intentando escapar. Lo unico verdaderamente cierto es que no había un lugar seguro en dónde esconderse, salvo esas extrañas ruinas que daban la impresión de ser algo así como un laberinto, pulcras y talladas como el marfil centellaban en aquel turbio paisaje.

Volteó un segundo para descubrir qué dejaba atrás sin hacer caso a los gritos de él, y sorprendida, encontró que el verde del prado había sido sustituido por aquel color sepia que le quemaba las pupilas. Montones de polvo se arremolinaban contra los arboles y las pequeñas casas adoquinadas.

Pero en el horizonte el gran castillo levanto el vuelo, -tendría que estar soñando- pensó ella, aquella imagen le contrajo el pecho y cerrando los puños como para sujetarse de algo encontró que llevaba consigo un extraño artefacto. Levantó el brazo para insperccionarlo mejor y al momento el castillo comenzó a rodar, sorprendida, bajó el brazo y el castillo se movió nuevamente. -Era imposible- se dijo a sí misma, de pronto la voz de él la sorprendió de golpe, el deseo de seguirlo se paralizó, y, olvidando completamente cualquier cosa, decidió volver allá, a su casa, al castillo. No lo vio entrar al laberinto, pero supo que se había ido.

Corrió como nunca en su vida, su pecho saltaba, y su respiración le atornillaba la garganta. Pensó que se desmayaría antes de llegar. Al entrar tomó un poco de aliento y sin pensarlo, subió las escaleras. Todo parecía intacto, como si aquella imagen no hubiera sido más que un acto de ilusión estilo David Copperfiel. Al llegar al despacho, una imagen desconocida y absurda la sorprendió. Un hombre bajo y robusto con pelo castaño claro, y ella juraría que más que desalineado, era sucio. El sujeto buscaba algo, algo que ella poseía, algo que tenía el poder de hacer cosas. Le habló sin miedo -quién eres?- y él contestó - me dicen de muchas maneras. En ese momento, salió corriendo del lugar y fue hacia su cuarto, intentado esconder su tesoro, lo vio entrar. Entonces, entonces, solo me desperté.

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