miércoles, 30 de enero de 2013

Primero

Quizá sea porque las páginas en blanco se me caen encima como piedras o porque mis dedos parecen entumecidos y miedosos, mis pensamientos vuelan hacía muchos lados sin detenerse y pisan y doblan y soplan; juegan conmigo, con lo que quiero hacer, con lo que me entusiasma.

Crujo, grito, canto y dentro de mi hay platillos resonantes, melodias que acarician mi espalda y la estremecen. Entre en colchón y yo hay lodo que hunde mi cerebro en paginas inservibles de novelas que no saben a nada. La literatura está escrita para ocasiones, para humanidades bipolares: supongo mi humanidad está hecha para lectura ocasional de mi estado anímico. Nada está escrito, y sin embargo, parece que todo se vomitara en palabras volubles que giran alrededor nuestro como esporas cadenciosas y mañosas.

Y la música suena, y los colores rondan, las imagenes surgen como si las dieran a luz, como preciosas crías de gorriones; la belleza, esa que ha buscando la humanidad desde hace siglos, que se plasma en lienzos, libros, partituras, fotos, la belleza, está en todas partes.

Y mientras sea sensible y táctil, sigilosa y febril, mientras siga viendo ojos de amor rondando por las esquinas de mi universo, la belleza me hará crear, me cantará por las mañanas para despertarme y avisará que ha llegado el día y con un abrazo, abrirá su mundo de par en par, como se abre el amor en primavera, como se parten los mundos cuando se entrega, como se filtra el sol mientras me besas.



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