miércoles, 30 de enero de 2013

Segundo.

Me gusta mas cuando te veo, cuando entre lineas me abrazas y en el suelo, ese que nos queda lejos, nos vemos cerquita y comprendemos cuánto nos pertenecemos el uno al otro. Las cosas combaten por sí mismas con el tiempo, sin tener que emprender una lucha, sin tener que verter sangre y tinta o desesperanza. Eso, tal vez, sea la paciencia; esa semilla que he intentado cultivar, que he sembrado con amor y que he regado con ahínco y sol y lunas y estrellas.

Todas las lagrimas del pasado son espejos de luz, colores tornasoles que me muestran lo vertiginosa que es la vida, lo opuesto de los mares y lo cadencioso de los rios. Mis penas como almohadas, amortiguan ahora lo que siento, y acomodan en el sitio las ideas. Mapas que cargo conmigo desde que viajo a todas partes con la ilusión de vivir el beso tuyo que pruebo a diario.

No son solo repliegues, ni tampoco es es el sudor que cae después de correr tras lo que uno quiere, es cuando se busca en los bolsillos y encuentras todo eso que te hace vivir. El amor tiene motivos grandes para hacerte huir en sentido contrario, y, muy al contrario de hace varios años, ahora lo leo de apoco, lo saboreo, lo pruebo como menta y chocolate, como helado de una tarde de verano contigo.

Hay muchas razones para quedarse en el mismo lugar, pero también están tus ojos que juegan con los mios, que esconden mis ilusiones, que guardan mis afectos. Quiero volar, quiero navegar entre las olas y ser revolcada por ellas, quiero vivir, y lo estoy haciendo, pero quiero tomarte de la mano al final del día y pensar lo bien que me has hecho.

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