domingo, 20 de noviembre de 2016

Despecho.

No sé si valgan la pena las casualidades, creo que están sobrevaloradas, me parece que hay cosas que no deberían moverse nunca como gárgolas contemplando al vacío. Los demonios se aparecen con flores y piruetas, luego, por debajo de las intenciones retroceden cinco pasos y desaparecen. Ver los ojos que iluminaban la noche, que desengranaban las intenciones de mis sentidos; Siempre apareciendo para llevarme al vacío, soltando todas las acciones que me hacían engañarme, equivocarme, deshacerme. Tenía el poder de despertar lo peor, como cualquier demonio escode las intenciones, las revela con malicia y cinismo, luego, sin sentir el menor despecho, pide perdón sonriendo y mirando con desprecio. Sé como es, las casualidades arden y el retractar la frivolidad me confirma su presencia. No creo en las casualidades.