miércoles, 29 de diciembre de 2010

Micelanea

No he escrito en estos días, mi mente ha estado ocupada en cosas importantes y preguntas de esas que hay que meditar. Entre que mi cuerpo reclama comida al son de los villancicos y estos, resuenan en mi mente constantemente. Las preguntas surgen detrás del arbolito de navidad. Qué pasaría si la campana estuviera al lado y no sobre, y si los peces no beben en el río?, y el jingle de las campanas sonara diferente, si santa decidiera no volver?. No son preguntas importantes, aunque, todo es cuestión de "creer" y de fe, que las cosas están así por algo.




Pero ya hablando más en serio. Qué importante el nacimiento de Jesús, dejemos a un lado los motivos religiosos, que creo son de suma importancia. Qué impresionante acontecimiento, el nacimiento de un hombre bastó para cambiar la historia del mundo. Ningún otro hombre ha tenido ese poder, por más que se cuestione, creo que solo un Dios-hombre podría ser capaz de tal cosa. Y entonces resuena la importancia del ser, de estar compartiendo, del cambiar en parte nuestro mundo. Si un hombre hace más de dos mil años marco la pauta de lo que se debe hacer para transcender, porqué no escucharlo, porqué no hacer diferencia y cambiar también la historia.



Hay que tomar el nuevo año como un gran blog de notas dónde comenzar a escribir. Recuerdo mi primer día de colego de cada año, cuando estrenaba cada libreta con la emoción de ver todas aquellas hojas limpiecitas, los lápices afilados, los colores completitos. Todas esas esperanzas de usar, aprender, colorear el destino, la vida, los acontecimientos. Y así me emociono con la entrada de éste nuevo año, con todos esos nuevos y útiles accesorios que se agregan a mi vida, todas las paginas en blanco, todos los motivos para celebrar el inicio de una nueva vida, de un cambio.



Les deseo felices fiestas, que sus corazones y sus barrigas salten de contentos, que se llenen de toda la luz que emite la felicidad, la alegría, el compartir. Si nos toca estar solos, no olvidemos que la soledad no es el espacio físico que representa el aire, la soledad no existe, cuando allá afuera hay gente sola que necesita de lo poco o mucho que podamos compartir, un calido abrazo puede cambiar la vida de una persona. Y de eso se trata, de cambiar vidas, cambiar historias, dejar huella poco a poco con nuestros colores favoritos.


Besos y cariños a todos.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Caoba.

Vista desde arriba, parecía que había caído unos cuantos metros hasta colapsar con el suelo. Pero solamente estaba acostada en el suelo frío de madera de casa de  mi madre. Seguía escuchando el molesto tic tac del reloj de la sala que cada semana se atrasaba un minuto. Debían ser las tres de la tarde, el sol entraba por las cortinas fastidiosamente y el viento jugaba como tratando de espantar, sin lograrlo, el picor que producía en mi cuerpo. No podía creer que la vida se disparara hacía una dimensión tan desconocida, era como un gran estambre que llevaba a una madeja que no tenía un color preciso. Sin embargo, hay cambios y decisiones que, por más que nos muevan, y hasta cierto punto nos martiricen y den miedo, son alegres y llenas de esperanza.

Sí la esperanza es un acto presente que promete futuro, y que por ende jamás llega, tengo que rectificar mi dicho y hablar de fe. Una fe que mueve corazones, los descalza por más atrapados que se encuentren, los renueva. Las campanas resuenan por detrás del mosquitero de la ventana, me levanto del piso, veo mi cabello echo un desastre en el espejo del vestíbulo, y sonrío, algo está brillando al reflejo, pienso en ti, debería ser perfecto, lo es?

viernes, 10 de diciembre de 2010

Primavera.

Camino tras unos pasos imaginarios. Suspendidos en la distancia del anonimato, de largas cadenas de electrones, protones y kilometros. Debes oler a tabaco y limón, a café, tal vez un poco de madera por detrás de tu pelo. Tus manos largas, frías algunas veces. No sé qué decir de tu mirada, profunda y antigua, temerosa dentro de la fragilidad de tu inocencia añejada. En tus palabras se esconderán, tal vez, los recuerdos de una vida que apenas recorres, que apenas conoces. Me entregarías tu conciencia y yo, mis vivencias. No somos tan diferentes, aunque la raza lo diga, aunque nos separen más de seis personas, aunque el mar queda inmenso desde ésta vista.

Ojalá escuchara tu nombre en mi boca, ojalá escuchara el mío en la tuya, tal vez, en primavera.