miércoles, 2 de diciembre de 2009

ocho8

Así creo que se siente; cuando uno desgasta la suela de sus zapatos por tanto caminarlos; como cuando acabas un crucigrama, cómo decir que el día ocho de diciembre nos significaba algo importante y ahora no es más que un día de la próxima semana; como cuando esperabas una noticia importante que nunca llego, como la edición especial de esas galletas que sólo venden por temporada, como mi presencia en este lugar, como la usencia de un amigo que se encuentra a millones de kilómetros. Todo irremediablemente tiene un final, un ciclo, todo acaba por volvérsenos pasajero. Lo que pesabas que era para siempre, ahora es pasado y recuerdos; no hay ya promesas por cumplir, se nos rompió el lazo, ninguna joya hay que pueda unir a esas dos almas. Pero ¿por qué dejar que algo material pretenda juntar para siempre a dos corazones?; qué desperdicio de material brillante. Cuando lo verdaderamente importante es incosteable y mucho más precioso que las joyas que adornan la corona de una Reyna muerta. Me acuerdo de las presencias hoy porque casi son muchos años de que sucedió todo en una sala de cine y hoy en retrospectiva el tiempo se nota mucho más largo ahora que dejo de ser, que misteriosamente desapareció entre el frio una noche de primavera.

No noto ya indicios de tu olor o tu esencia; y no es culpa tuya ni mía. Es culpa de la primavera que desgarro la suela de lo que yo sentía. Por que comprometernos a una vida era condenarte a una compañía aparente. Quizá te muestres como otras veces en mi puerta en unos días, lo presiento; eres tan legible a mi mente, te descifro porque eres hombre de formas claras y precisas; qué te volví al final un poco desubicado, es cierto; pero no podía seguir condenándonos a una joya que prometía un hecho frio y artificial.

Te puedo agradecer muchos años de aprendizaje constante; de centrar mi corazón, de estabilidad emocional, de coherencia en actos, de rectitud constante, de verdades coherentes. Gracias, porque fuiste un trazo firme en el dibujo de mi imagen, una imagen que ahora se muestra garabateada y cruzada en líneas borradas y sin rumbo fijo aparente. Me toca a mi enseñarme a seguir dibujándome a mi manera, a la manera en que debió haber sido siempre y que quizá por mi culpa te deje dibujar. Pero no estuvo mal, soy en gran parte un dibujo tuyo que casi no se ve, detrás de tanto trazo que ahora me he dibujado. Pero me gusto sabes, ahora me gusto mucho más que antes. Me dices que a ti también; pero tú y yo sabemos la verdad, las miradas no engañan. Pero gracias, siempre gracias. Te querré siempre, te amaré siempre, en el recuerdo de mis años, en la estabilidad de los recuerdos.

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