viernes, 4 de diciembre de 2009

Pienso en nuestras manos.

Pienso en tu mano, pero no como una parte de tu cuerpo; pienso en lo que significa tu mano en la mía, en lo que me hace sentir cuando entrelazas tus dedos suavemente por los míos, unas veces helado otras tantas con un grato calor; pienso en tus manos cuando estrechas tan fuerte las mías que me da la impresión de que no quisieras soltarme.

Tener tu mano en la mía simboliza que por un momento, sólo por un instante tu vida está ligada a la mía. Y nada de lo que pasa alrededor nuestro importa; tu mano significa para mí, la ilusión de que estás aquí solo y que yo también estoy evidentemente sola, y la unión de nuestras manos nos hace compartir soledades. Porque a pesar de que tengamos cada uno un par, no son suficientes. Mi mano ahora busca desesperadamente la tuya; sobre todo por las noches, en el frío de éstas noches de invierno donde parece haber dejado un helado vacío entre mis dedos.

Pienso en mi mano y sólo se me ocurre, ternura; no porque en sí ellas sean tiernas, si no que al rose de ti, se transforman en dos suaves pañuelos, que temen tocar demasiado por no lastimar, para no incomodar. Mis manos disfrutan de todo aquello de ti que puedan arrullar; y puede que a veces no actúen como debieran, pero no las culpes, no se manejan solas todo el tiempo.

Y así tu mano y la mía buscan formas de encontrarse, momentos cómodos y tiernos; que se pierden en el tiempo, en el espacio que ocupamos, en lo tangible y lo intangible. Que se tienen sólo en el hoy, ya que son absolutamente ciegas al futuro. Pero el futuro siempre se comporta igual, incierto. Por lo tanto tenemos nuestras manos, sólo por que sí. sólo por tener una mano que sostener en la cual depositar lo que se te ocurra; la vida, la confianza, los sueños y a veces también las lagrimas...

Gracias por en ocasiones prestarme tu mano.

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