viernes, 21 de noviembre de 2014

Viernes.

Te quedas con este nudo en la garganta, con millones de cosas sin querer decir y otras que de te escapan de las manos, los "ojalás" se esconden bajo la mesa esperando su turno de escapar a la muerte. Hasta nos acabamos los deseos, yo de correr y tu de quedarte inmóvil, todo en desorden, todo con absurda intolerancia y cadencia. Las tardes en mi nuevo barrio me invitan a escribir, quisiera tener cabeza para otras cosas como manifestaciones, documentales o de malditas películas. Pero la insistencia de mis manos de aferrarme inquietan mis sentidos. No hay más allá de las letras, son sólo antesala de una soledad desinformada. Nadie me explico que se tenía que hacer todo uno mismo, el amor es de dos, y me quedo con una casa fría y con la incomodidad de saber que es viernes. En algún lugar del mundo no sé ya de cual, están las cosas que dejé por descuido, aquí solo estoy yo y un televisor, una mesa y un par de tazas de té sucias. Me orientaré un poco más tarde, me iré a perderme por ahí para ver si encuentro en algún lado parte de mis emociones. Pero es viernes y las cosas así son.

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