martes, 12 de noviembre de 2013

Muertos

Se limpia las manos en el pantalón y busca algo en el piso. Todas las miradas de los objetos de la casa lo voltean a ver, millones de partículas de luz chocan contra su piel y se desvanecen en los rincones. El té de menta se enfría en la taza, todas las canciones que le gustan están en LA y su color favorito es el azul eléctrico. Su juventud se fue en el periódico de ayer que está humedecido en las baldosas del baño. Claro que sueña y todas las mañanas recuerda sus deseos más íntimos, los reconstruye como esos barcos de maderera que están dentro de botellas de verdes..

-He matado a tanta gente- se dice mientras oscurece la calle, bueno, quizá no las haya matado con pistolas o cuchillos, ni sus manos se han cubierto de rojo. No de ese rojo que tiene la sangre en las películas que le gusta ver los miércoles en el canal 5. Los asesinatos son con palabras, miradas, silencios. Incluso lo han matado tantas veces, se ha suicidado en silencio y gritando. La muerte ha bailado en su mesa. Si, porque nos vamos matando poco a poco. La gente muere frente a nuestros ojos -¿cuándo fue la ultima vez que te vi-maté?- Eso le recuerda que sus manos están sucias, y vuelve al grifo, y con agua lava las culpas que se se arremolinan centelleantes.

¿Cuántos has matado hoy? La gente tiene que morir para trascender, si no se mueren, se quedarían estorbando en tu vida, como bultos sin sentido, no hay salida, ni forma de librarse de la pelea contra los pensamientos de horror de aquellos objetos. Tiene sentido, por lo menos, para mi.

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