lunes, 25 de agosto de 2014

Dedos de mantequilla.

Una vez perdí todo, me encontré en medio del vacío de mi propia conciencia arañando las paredes de algún pensamiento que no me llevaba a ninguna parte. Ese día y el que le siguió, así como otros que se enredaron en esa melancolía descendieron conmigo en lo más profundo de mi propia oscuridad, y me vacié completa, de todo lo que me sujetaba hacia arriba, me deje caer en un remolido de mi misma. Ese día entre las caminatas conmigo misma, los atardeceres lluviosos y todas las cosas que no existían realmente ya, me conocí a mi misma. Me enamoré de lo más hermoso que tengo, de lo único que no puedo perder mientras tenga vida, ese día perdí todo, y gané lo más preciado e importante, a mi misma.

Y puede que mañana se acaben las cosas, y puede que mañana cambie de nuevo de dirección y me tire al vacío de la aventura incierta y convierta mi realidad en una catástrofe natural, puede que termine vaciando mis canicas, que vacíe mi vaso y convierta en desierto mis mares y mis cielos se derritan, puede que mañana pase lo que todos tememos y perdamos la capacidad de soñar y volar y de tejer palabras con los dedos llenos de mantequilla, quizá un día otra vez, lo pierda todo de nuevo, y disfrute el vacío, y me regocije en lo incierto, porque todo lo que importa lo traigo puesto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario