miércoles, 27 de agosto de 2014

Ampollas.

Deben de ser las cinco de la mañana, sigo en el piso como desde anoche, esperando que algo se mueva. Las aves empiezan a despertar pero solo aletean sus alas, el viento sopla frío y yo con las manos cansadas, prefiero no ver el reloj para no notar que el tiempo pasa. Cuánto tiempo he sujetado esta cuerda? no lo sé, sólo sé que por aquí hay lluvia y sol, frío y calor. La mente juega sucio cuando te obstinas en algo. Mis manos llenas de ampollas y el entumecimiento de cada parte de mi cuerpo me tiene agotada, ya no sé si hay algo al final de mi cuerda, ya no me importa. Ya solo la sujeto para tener algo a que aferrarme, dejar de hacerlo sería liberarme a mi misma de.. no recuerdo bien qué. Las siete de la mañana llegan y el naranja tiñe cada uno de los rincones de la pared, espero ver eso que tanto cuido esta mañana, al bajar lentamente la luz por los rincones del cuarto, recuerdo que es hora de ir al trabajo y salgo de la cama. Hay días para soltar cosas, sin razones, sin quererlo siquiera, hay días en que olvidas que tienes algo en la mano y simplemente sigues.

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