miércoles, 26 de octubre de 2011

No se me ocurre nada.

No se me ocurre nada, ni árboles de otoño, ni adoquines sucios y llenos de hojas, ni miradas, ni entradas ni salidas.

No se me ocurren nombres, ni pronuncio cadáveres, ni recojo cenizas, ni juego con fuego, no se me ocurre ni inventarte entre las sábanas de ceda que no visten mi cama.

Ni el azul, ni el rojo, ni sabina. No se me ocurre hablar de ti, ni de nadie, no tolero pensar, y mejor canto, luego me callo porque olvido las letras y miro de reojo hacía la calle.

Ni gatos, ni perros, ni sonidos de ambulancias, ni el tren que pasa siempre a la misma hora. No se me ocurre noches, ni días de fiesta. No hay pasados, ni futuros, sólo un montón de tierra. No sueño, no veo en las caras la tuya, ni en los remiendos mi corazón escarlata, solemne que no espera.

No se me ocurre despeinarme, ni descansar, ni dormir, ni beber agua. No tomo té de fresa, y he dejado de usar azúcar morena. No cocino pasteles, ni pastas, ni le pongo manzanas a la tarta. No se me ocurre pintar puentes, y el oleo resbala por mis dedos, y no me mancha.

No se me ocurren nada, ni luciérnagas, ni bicicletas moradas, ni tu voz. No hay en mi mente racimos de flores blancas, no hay cosechas doradas, ni dios, ni monte, ni adoración. No se me ocurre regar las plantas, ni abonarlas, ni hablarles.

Dejé de susurrarle al viento, por eso, porque no se me ocurría nada.

1 comentario:

  1. bendito Dios que no se te ocurrió nada...pero en el silencio y el vacío del universo, donde no tal vez no ocurrió nada sucedió todo y llenó y rellenó y desbordó.

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