viernes, 24 de mayo de 2013

Cinco minutos.

No me permito condenarme una y mil veces por los errores, ni por los errores de otros. Y aunque parezca que doy pasos sin rumbo fijo, mis pasos son cadenciosos, pausados, musicales. No tengo necesidad de tener todo programado, tengo necesidad de sentir aire fresco, regresar a casa y sentirme tranquila, amada. 

Me lo repito, porque la vida parece que quisiera programarme una mordaza, pero no, la libertad es mía, soy más feliz de lo que fui en muchos años y más libre cada día, aunque esa libertad me cueste dar todo lo que soy día con día. 

Y, aunque no diga nada, y aunque muchos me digan que debo abrir un blog serio en el cual cuente esas otras cosas que también soy, no dejo mi rincón porque es parte de mi vida, porque él me ha hecho suya y yo me lo he ganado. Aveces, para ser libre, hay que abstenernos de cosas, hay que prohibirnos otras. Todo tiene su costo, incluso, escribir de vez en cuando por aquí, aunque sea solo por cinco minutos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario