jueves, 16 de mayo de 2013


Quizá no quieren que escriba, tal vez quieran que me guarde todas las cosas para mi y termine explotando como todas esas cosas que terminan por colapsar cuando se saturan. Como el cuento del vaso hasta el tope y la larga pila de tablas de madera que se caen cuando pones una sobre otra.. La gravedad o lo que se que ocurra termina por ceder, y todo se viene abajo. 

Por eso prefiero escupir, quizá de manera poca profesional, tal vez utilizando todas esas palabras que no debo de usar, lo lugares comunes, las imagenes ya dichas, las palabras que resuenan entre la caverna montañosa y desdeñosa de mi cerebro. Pero prefiero hacerlo a la mala, a la antigua, así como  estoy acostumbrada, aunque alguno mire y vea y descubra (si puede) de que hablo. Que hablo de ti, de tus cosas, de lo que ya no sé de ti, de lo que no sé de mi, de lo que ya nos ignoramos mutuamente desde hace tanto tiempo. 

Supongamos, y sólo como un pequeño cuento que no digo ni pio, que guardo dos años más de silencio. Qué más puede pasar-me creo que las cosas que se han dicho y que se han dañado pues han quedado ya en el basurero  y como todo, se ha pudrido dentro y ha dejado de existir hace tanto tiempo. Solo quedo yo, eso que quedó después de que todos juzgaron pertinente dejar de juzgar. Entonces quedo yo en silencio en ese pequeño espacio de piedra que me tocó vivir viendo pasar como se aglomeran los platos sucios, y como se manchan los pisos y corren los pájaros a sus nidos y caen las crías y mueren, y nace el sol, y todo el mundo sigue en sus cosas y yo en en el mismo lugar, con mis tenis sucios una cámara en mis manos dónde visualizo lo que les cuento ahora y nada. Si me quedo callada no pasará nada que puedan entender los otros. Solo quedaré yo, diciendo nada. quizá, si eso hiciera, pero jamás he hecho lo que quieren que haga.

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