Desayunas y los amarillos y rojos encienden los motores del coche hacía lugares diferentes, tu lugar o el mío, da igual, el día sigue. Blanco, negro, gris, metálicos hermosos te esperan relucientes de labores, al igual que el descanso y tus tardes en tonos rosas y el morado de las noches que caen sin darnos cuenta.
Todo el día se siente el color fluir entre el ambiente, se duerme, se come, se ama con él ¿por qué no cambiar también de color las cosas, las situaciones a mi antojo? Yo creo mi mundo, yo percibo y veo lo que decido, amo lo que quiero amar, disfruto, tomo y bebo lo que se me antoja. También puedo cambiar de color si así lo necesito.
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