martes, 13 de septiembre de 2011

Mi debilidad.

Tengo una debilidad muy grande, tengo que confesar. Cuando duermes pienso en el momento en el que despertarás y en las ganas que tengo de estar ahí contigo cuando abres los ojos, y ser lo primero que mires. En vista de que no puedo hacerlo debido a fallas técnicas y metafísicas mundiales, te escribo.

Teniendo la intención, no sé si buena o mala, de ocupar tus pensamientos desde el principio de tu día, de acariciarte con finas letras y besar tus labios con una sonrisa. Para que no olvides cuánto te amo, ni todas esas cosas bonitas que haces sentir. Tengo que confesar también, que no soy perfecta, que tengo miles de defectos y que me muero por compartirlos contigo. Quiero que me conozcas entera, quiero mostrarme tal cual, y que me quieras.

No hay mucho verbo en lo que siento, hay magia, y mucha, pero mucha suerte. Lo demás está por verse, y tengo tantas ganas de vivirte, que te pienso a todas horas, aunque duermas, aunque no llegue a volar hasta tus sueños, aunque me debilite, aunque pierda.

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