martes, 10 de noviembre de 2015

Fatalidades.

Trabajo, trabajo, trabajo, noches sin dormir, millones de pensamientos, la gente sigue la vida allá afuera, los perros ladran, comienza a oler a sopa recién hecha y cuando menos lo esperamos, son las seis de la tarde. No hay horarios que nos esperen a la salida, solo seguir con la incertidumbre de otro día y el contar de las horas. Estoy cansada y cuando eso pasa mis sentidos se lanzan a la fatalidad y me quiero tirar del acantilado cada vez que salgo a tomar aire. Lo cierto es que el trabajo reivindica, y entre eso y lanzarme al ocio, creo que prefiero dejar las suelas de los zapatos en la cancha. Seguiremos trabajando.

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