domingo, 15 de agosto de 2010

Recorrido.

Amar en solitario. Cuando sabes que amar es una carretera de una sola vía, cuando el amor nunca regresa, y se espera (sabiendo que podría no ocurrir nunca) que todo algún día será perfecto (en algún sueño)

Estar enamorado de quien se sabe no va a querernos. Es escribir sin tinta, desechar cada día y mandarlo a volar en un avión frío de papel. Disfrutado los segundos de presencia, muriendo lentamente por la ausencia. Creyendo que te extrañan y que evitan estar contigo por lo mismo que tu, por amor.

Pero de pronto te das cuenta de la verdad absoluta y el cristal de la esperanza (peligroso y puntiagudo) se rompe en mil pedazos y duele.

“No te quiere”. En pocas palabras encontré la solución a muchas preguntas. No, más bien encontré cierto alivio. Entender que el amor no es siempre reciproco ni proporcional me ayudó como antibiótico en momento de crisis. Siempre imaginé que el amor, visto desde mi esfera voladora, todo desde mi corta visión panorámica. Era como si pretendiera que él sintiera lo mismo que yo. O con la esperanza de verlo (un día) como en un espejo, imitando mis movimientos, reaccionando, realizando, sintiendo.

Me equivoqué, si no te quieren no te van a querer y punto. Esperar contagiar al otro con ese “amor”, es imposible. El amor es un acto espontaneo, la voluntad (como he logrado a descubrir /por la mala/ es sólo ficción) sale sobrando, quizá en algún momento uno puede hacer uso de ella, pero en casos de “amor pasional” la posibilidad empieza a reducirse hasta que, de pronto no encuentras rastros de ella.

Tal “noticia” aparecía de golpe en mi lógica y razón (o en eso que te habla en la cabeza y te grita la verdad, aunque no la quieras oír). Pero ya lo sabía (siempre lo supe en algún lugar dormido de mi cerebro), sólo que me cegaba mi propio sentimiento y aún algo más peligroso; la esperanza. Que como todo si no es usada con prudencia, puede ser un arma mortal y camino libre a la destrucción.

Supongo que a todos nos toca conocer ese tipo de cataclismos, esos sentimientos desbordados, el extravió de la realidad y claro, el conocimiento de un demonio personal (sea cual sea su rostro y su intención).Nuestro propio purgatorio, es tal como Dante lo ha descrito, una repetición de lo mismo, un circulo vicioso eterno, espirar continuo de “eso” que condena (sea lo que sea). La secuencia y la perdición, la clara imagen de que “hasta lo que se dice amar, destruye”. Es por eso que también, los deseos sin orden, tienen el poder de acabar con el alma y peor aún, con el amor.

Pero al final de cuentas, la verdad abre la ventana a la realidad y aunque duela, la verdad trae consigo libertad y ésta última, felicidad. Moraleja; después de todo, y a pesar de lo que el corazón diga, la voz interna (que no he identificado el origen; alma/razón) es la única buena consejera. Sí recibes al amor partiendo de “mañana”, el amor jamás será hoy. Quizá muchos que no lo hayan vivido no sabrán de qué hablo (yo misma antes no lo podría comprender).

Pero es que el desamor es el verdadero aprendizaje, el poder, la abstracción e incluso el significado real del amor, estoy segura. Y viene sólo cuando la marea baja y las verdades, brillan como tesoros de un barco destrozado por la tormenta con los primeros rayos de sol sobre la arena del alma. Y es ahí cuando uno está preparado para reconocer a quien te ama cuando este llega.

2 comentarios:

  1. Precioso texto, sobre un tema tan triste pero que todos hemos experimentado... espero que ahora mismo no estés sufriendo de desamor, Valery.
    Un beso!

    ResponderEliminar
  2. Como leí por ahí "Cuando el teléfono no suena, soy yo". Es duro darse cuenta que se vive pensando en un quizás, en un querer por los 2 y a veces leerlo a terceros como a ti, de una manera tan bien dicha, es justo lo que se necesita.

    En fin, que tienes siempre una habilidad muy extraña...
    Cuando vas a venir de visita?

    un beso muy grande.

    ResponderEliminar