lunes, 20 de junio de 2011

Nadie.

Un día amanece y colapsa todo; Internet, teléfono, y no hay manera de comunicarse con el resto del mundo. Anteriormente no me hubiera importado. Podría prescindir inclusive del teléfono celular que rara vez contesto, lo sabrán quienes me conocen. Pero de un tiempo a la fecha me he vuelto un poco obsesiva del tema de las comunicaciones, la única razón se encuentra a muchos kilómetros de distancia y hace que éste tema se vuelva muy importante.

Qué fácil sería perdernos entre la gente, y que un día apocalíptico cualquiera dejemos de existirnos sin más. Despertar una mañana y no tener noticias tuyas, intentar comunicarme contigo y no encontrar respuesta. Esperar a mandarte una carta tradicional y que regrese el correo días después sin contestación, con un gran sello (rojo por cierto) de "regresar a remitente" Y pum! de la noche a la mañana nos hemos muerto.

Imaginemos que es sólo un amigo, un amor de lejos, un encuentro "cercano" de esos del segundo tipo virtual, un seguidor de twitter, un amigo del blog. Jamás volvería a saber de esa persona, y ella no sabría de mi, jamás. A dónde queda todo lo que se siente, para dónde se tiene que comprimir y mandar en un email corto pero sencillo. Pensamiento fatalista, pero no imposible.

Entonces pienso en los días que faltan para agosto, las cosas que se vierten sobre las sábanas, los pensamientos que se cruzan y se ponen de acuerdo, las coincidencias, las conversaciones, lo real que es sentir al corazón moverse. Lo irreal que parece todo esto viéndolo de lejos. Nadie entendería mi miedo a perderte en el obscuro mundo de lo intangible, nadie si no tu, que sientes lo mismo.

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