lunes, 20 de junio de 2011

Vuelvo.

Te haz metido con lo que más me importaba, con mi gente, mi vida, y mis historias. Haz hecho que pierda parte de mi vida, de mi futuro, de mi esencia. No te puedes llevar más cosas, tu delito, e inclusive el mio han sido sentenciados al destierro.

No tengo nada que perdonar, no se puede ser juez y parte, y como la verdad hace tiempo que he desistido de demandarte cualquier cosa. Me hundo en la trinchera de la cordialidad, de la frialdad de mis letras, mis manos, y de unos ojos que ven hacía el norte.

Vuelvo porque mis letras merecen salir, porque perderme en el miedo es darle la razón a los que me persiguen, o los que temen escucharme, leerme o vivirme. Vuelvo, no del todo porque cierta parte de mi libertad se encuentra junto a esos documentos que inventaron los que no saben nada de mi. Antes de intentar firmar cualquier cosa, me someto al proceso legal pertinente y bajo las leyes que yo misma he creado. No vuelvo a prometer cosas que revocaré más adelante. Ni notarios, ni escrituras, ni contratos, ni nada que pueda comprometer mi esencia a papeles. Simplemente mi alma al aire libre, dibujada en una servilleta de papel.

Vuelvo a gritar porque es lo único que se hacer, no me escondo del todo, muestro mis ojos para lograr entender hacía dónde se dirige éste carro de la vida. Cuánto más tengo esperar para besarle?. Noto que mi cuerpo comienza a codificarse a tener nombre. No importa más que los ojos y las gafas del sujeto que hace que sueñe entre suspiros, entre diferencias, y complacencias.

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