miércoles, 1 de junio de 2011

Para ser sinceros.

El tiempo se resbala por las paredes de mi pensamiento. Tus imagenes creadas por mi imaginación son viscosas y se pegan en todo lo que hago. Recuerdo tu voz, mis risas, tus historias, mi vida en ti o quizá mi vida atipicamente contigo, y así nos vamos haciendo de momentos poco a poco, de cosas que recordar, de platicas qué evocar en alguna madrugada, tal vez como a las tres de la mañana.

Las palabras escasean entre suspiros, las voces susurran como gritando algo, un "te amo" que no da vergüenza presumir, pero que no compartimos con nadie, porque es sólo nuestro. Hay secretos que se guardan para que no se gasten en los oídos ajenos, cosas que sólo le pertenecen a dos. Nadie está invitado a nuestros despertares, al momento en que nos quedamos dormidos boca a boca, escuchando tu respiración que ya reconozco diferente cuando duermes casi a mi lado.

Te siento sin mucho esfuerzo, es tan natural quererte. Amarte es como respirar, como sentir mi propio brazo, mis manos te saben, aunque parezca imposible. Es como si siempre hubieras estado ahí, como si sólo faltase que un minúsculo encuentro diera tono a lo que estamos sintiendo.

Y es que para ser sinceros, no es que no entienda lo que nos ocurre, es que hay cosas que no se complican con pensamientos, ni se atrapan en conceptos, hay cosas que sólo son, como el amor, como lo nuestro.

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