lunes, 11 de abril de 2011

Dónde no te encuentre.

No volveremos a hablar, y lo sabes. Tu mirada se me ha perdido entre las cosas que jamás debieron haberse sucedido. Los besos y demás objetos de valor se regresaron en su momento, y no nos debemos nada. Intento no soñarte una noche más, y es que mi corazón revisa uno a uno los recuerdos y no encuentra una razón más para retenerlos.

Nos fuimos desde hace mucho, aunque no lo hayamos notado. El amor descendió hasta caer en la cuenta de que no había ya nada que contar. Se nos terminó el tiempo mucho antes de lo acordado. No volveremos a vernos y eso es contradictorio. Porque nos encontraremos en cada camino que recorrimos juntos, en las películas, los libros y la música que pretendes no entender. Seguiremos existiéndonos en la melancolía, tal vez cada vez más borrosa, pero jamás transparente.

He entendido que la melancolía es peligrosa, hace sentirnos enamorados, cuando simplemente es un recuerdo que nos revive momentos, y que se deja tal cual, dónde pertenece al día siguiente, revolcándose en la historia, entre todas las demás, acumulándose con otras que no te pertenecen.

Entonces te dejo, o nos dejo, porque no queda otra. Porque cargarnos sería un error que no nos conviene a nadie, porque al final qué ha quedado, ni una sólo recuerdo que valga la pena enunciar, simplemente pedazos de una larga historia de ausencia, de espacios en blanco, de parches, de colores inservibles, de mi letra, mi imaginación y mi falta de decisión. Y pues hasta siempre, dónde sea, dónde no te encuentre.

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