miércoles, 5 de enero de 2011

Pum!


Se sacuden las ramas, las hojas van cayendo hacia la obscuridad del suelo. Nada esta claro; ni la luna, ni el abismo, ni el gran tronco de aquel delgado árbol. El invierno promete heladas, el viento sopla del norte, o tal vez de un sur alejado.

Las glándulas salivales envueltas en polvo para hornear. Los ojos pesan como si miles agujas los sujetaran al rostro. Las manos han perdido la voz, los caballos del alma pierden la cordura.

El agua esta helada, la piel arde entre el músculo o donde debía estar el cuerpo, tirado, sin compasión, sin suerte.

Estoy llorando.

3 comentarios:

  1. Uff, es tan nostálgico este texto que ni siquiera se que comentar, a pesar de eso, te has expresado de una hermosa manera.

    Abrazos! no dejes que esas lágrimas lleguen al mar.

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  2. Qué sensación esa de notar como uno va a llorar... tus palabras la recrean a la perfección. Y como dice Amorphis, que no lleguen al mar.

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  3. Gracias por sus comentarios, de verdad me alagan. Las sensaciones son bendiciones de vida, creo que no hay nada como el dolor para confirmar que todo estará bien algún día.

    Los sigo viendo por acá, besos.

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