miércoles, 25 de noviembre de 2009

El tiempo pasa.

Te das cuenta de que el tiempo pasa, porque hace poco hacía tanto calor que la sombra no te protegía, hoy tengo que buscar el calor en el hermoso sol y las cobijas de mi cama.

Pero donde se nota el tiempo transcurrido de manera más notoria y casi milagrosa es en los niños; mi hermosa ahijada cumple un año el próximo domingo, ayer fui con ella a plaza y está a muy poco tiempo de caminar, hace un año parecia tan pequeña, tan frajil, ahora busca individualidad tiene la confianza de un corazón intrépido y me tiene tanta fe, que deja que la guíe y la sostenga mientras sus piernas se preparan para andar realmente sola por el camino.

Es tan tierna, tan inocente; saluda a todo mundo y manda besos a todos los que pasan, sin importar las apariencias y mucho menos si la voltean a ver o no. Ella solo da amor, brinda amor sin miedo a ser correspondida o no. Sí llega a caerse voltea hacia mi y me abraza para poder llorar en mi pecho, sus lagrimas parecen dulces gotas de caramelo, no es amargura lo que llora, ni dolor de alma. Es solo que le dolieron sus manitas al caerse, pero sabe que estoy ahi para levantarla siempre, para abrazarle y curarle sus sollozos con un gran beso.

El otro año, serán otras cosas las que me maravillen de esta hermosa mujersita. La amo y quiero guiarla, quiero protegerla y educarla en lo que yo pueda, en inculcarle amor a Dios y a sus semejantes.

El tiempo pasa, los niños crecen al igual que los arboles del jardín, depende de nosotros que sean rectos, hermosos, verdes y llenos de frutos.

Nuestro tiempo pasa, y nuestro árbol sigue desprendiéndose de las hojas que no le sirven cada otoño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario