lunes, 4 de julio de 2011

Moluscos.

Ya por la tarde y con todo ese tedio que acarrean los inicios de semana, se sentó a beber una taza de café cómodamente en la silla de la cocina. En la mesa, un libro por demás maltratado y leído, y un lápiz con el cual dibujaba y escribía anotaciones.

Mirando de frente intentaba crear formas en los azulejos, para luego notar lo sucio que habían quedado desde la ultima vez que cocinó carne dorada. El reloj de la cocina marcaban las seis de la tarde, pero debía ser más temprano, porque el sol todavía fastidiaba mucho por la ventana y podía sentirse algo caliente el aire que se filtraba. Pensaba en el tiempo perdido, en los años, y en las cosas que debió haber hecho y que no hizo. Pensaba en resumidas cuentas, lo que se piensa después de haber vivido un año difícil y sobre todo, tomado decisiones que cambian la vida o la dejan dónde estaba.

El pasado arremetía contra el piso y se estrellaba creando pedazos que chillaban y ensuciaban todo. grandes trozos de vidrio congelado remarcaban aquellos besos que no sentía y el amor que había huido entre algunos libros de texto. Después "aquel" rostro entraba levitando por la sala principal y se sentaba a su lado, lo intuía, pero como si fuese un espectro, trataba de no voltear, para evitar materializarlo.

A veces es mejor matarse entre el anonimato de los días, caminar en el sendero de la culpa y saber afrontar los errores antes de que ellos terminen por aplastarte. Sus ojos se le llenaban de minúsculos moluscos de mar que empapaban todo su rostro. Abrió nuevamente los ojos, viendo el café todavía humeante en la mesa, bebió un poco y notó que era julio, y que todavía quedaban meses para que se acabara ese año, deseo tener un control de avance y comerse los minutos y las horas, u olvidar, y mandar los recuerdos a quemarse, junto con las promesas, los hechos y las circunstancias. En vez de eso, siguió buscando formas en los azulejos, pensando en lo que haría al siguiente día y lo que le esperaba en el trabajo. Siguió ocupando su mente con cosas más temporales, acabó su café y eran las seis y diez.

2 comentarios:

  1. Y la mezcla que elegante conviertes en metáfora sobre ti, tus sentimientos, él y tu mundo real y no etéreo, se asoma entre ceja y ceja del lector de este micro-"cuento". Muy buenas líneas, Val!

    ResponderEliminar
  2. Hola lucy, gracias por comentar, y un honor, que me leas y más que te guste!!

    Besos!

    ResponderEliminar