lunes, 8 de febrero de 2010

El cuaderno.




Somos como un cuaderno dónde nos vamos escribiendo diariamente, algunas veces con buena letras, otras tantas con letra desconfiada, chueca o peor aún hueca, o simplemente dejamos espacios en blanco, vacíos llenos de silencio.


Últimamente siento que mi cuaderno se ha estado desprendiendo de hojas, poco a poco he estado regalando paginas en ocasiones llenas de letras, llenas de pensamientos míos y robados; Benedettis pintados, Botticellis borrados, y algunas veces escondidos por ahí una orquesta filarmonica aparece circulando alguna O. Había querido escribir en mi cuaderno de un sólo tema, creí  en mi cuaderno cómo  una predestinación divina, algo que debía ser. Pensé en regalar mi cuaderno entero. Ahora no estoy segura de nada.

Hoy me  dí cuenta que me la he pasado regalando hojas, arrancando una por una, repartiéndolas como volantes de publicidad, me siento como deshojada, como sí se me estuvieran acabando las paginas de mi cuaderno personal, eso pasa cuando se te desprenden tantas partes de ti; un florero roto, deja de ser florero si cae y se parte en pedazos, al igual que yo, creo que he quedado como si fuera sólo una recopilación débil y delgada de garabatos ilegibles, de manchas de tinta, de colores mal trazados. 

Estoy decidida; tengo que dejar de repartirme; pero luego pienso, qué  dejaría de mi, qué haría que me recordaran?... Pero nadie es necesario, no somos tan importantes para los demás como a veces creemos, somos materia pasajera. La vida sigue; con o sin mi o sin nosotros, mis paginas no son más que parte de otras, se pierden entre un montón de archivos incontables, descomunales. Pienso en las hojas regaladas, la mayoría deben estar perdidas en alguna parte, debajo de algún sillón, en el basurero, dobladas dentro de algún mal libro, olvidadas en cualquier parte. Y las estrofas se me van, se me pierden entre llegadas y huidas, entre conocer gente, entre besos, abrazos, noches sin sueño y letras.

Tengo por otra parte la ilusión de que alguna página se haya colado entre los pliegues de una almohada, que la guarden como tesoro preciado, qué valoren su final, su caligrafía, la mala ortografía; como un sentimiento indescriptible e invaluable. Sí así es, si tengo la fortuna que tan sólo una hoja haya tenido esa suerte, pienso, ha valido la pena.


2 comentarios:

  1. Algunos de tus escritos merecen ser enmarcados... así que no empiece, si ya se le van a acabar las hojas, comprese otro cuaderno y sigale.

    Un abrazo

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  2. JAJAJAJAJ definitivamente eres mi fan # 1... quizá el único.. te regalaré uno enmarcado para que lo pongas en tu cuarto!!!jjajajajajaj tnks

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