Visita de Doctor.

Vino el doctor a verme, yo no he podido salir hoy al trabajo, la fiebre y el malestar de anoche y hoy por la mañana me han impedido dormir. 

Saludó cordialmente, y me pregunto mis síntomas; le di una lista de ellos, típicos de gripe estacional, sólo intensificada por la fiebre alta que realmente me atacaba sin escrúpulos;  Tomó mi muñeca con suma delicadeza, paso sus dedos por mi piel calurosa, y viendo su reloj empezó a hacer algo que supongo eran notas mentales. Después de su maletín saco, uno de esos aparatos para escuchar el corazón, me dijo que me sentara; lo hice, con la mano derecha puso el frío metal sobre mi pecho, la otra mano mucho más cálida, en mi espalda. Y empece a respirar a su orden, una y otra vez, de vez en cuando paraba para toser frenéticamente y seguía. Saco el termómetro de mi boca lentamente y siguió serio.

Me preguntó -haz comido bien?- e inmediatamente sin esperar respuesta dijo, -debes tomar muchos líquidos, y comer a tus horas; tienes medicinas?- Y yo le contesté a todo que -sí por supuesto-, dio un vistazo a mi raquítico botiquín e hizo un ruido extraño con su boca, iré por unas cosas que te faltan, - ya cenaste?- 

Salió de la habitación y en poco tiempo su figura blanca volvió a configurarse ante mi; pero ahora con una bolsa llena de medicamentos, comida, y jugos. Me sentí como una pequeña niña, -qué pasa, me puedo hacer cargo de mi yo solita no?-. El sonrío mientras ponía las indicaciones del medicamento en cada caja, para que yo no olvidara cada cuando eran. Se espero a que yo terminara de comerme mi cena, tomarme mi jugo e ingerir el montón de pastillas que el me había recetado. Me dijo que ya se iba, beso mi frente y dijo -Te amo, cuídate mucho, mañana te hablo- y cerro la puerta.