lunes, 22 de febrero de 2010

Puente.


Hay quién al pasar por un puente, le preguntan de uno y no sabe dónde está. Osea que si no ponemos atención podemos estar viviendo, sintiendo, pasando por "algo" y no darnos cuenta. Eso sucede cuando vamos por la vida sólo ocurriendo, respirando, suspirando; a veces hay que detenernos voltear hacía arriba, abajo, ver detalles. Quizá debajo de nosotros haya un gran río y estemos pisando un viejo y hermoso puente. Tal vez debajo del puente vivan duendes o se encuentre el mayor tesoro del mundo. Pero jamás lo sabrás si no investigas, si no aprecias con detalle cada cosa del camino.

Claro, estoy de acuerdo qué sólo tenemos el "hoy"; pero en el hoy hay tantos momentos, tantas cosas que ver; maravillosas sorpresas parecen darnos la cara a diario sin darnos cuenta, estamos demasiado ocupados para apreciar por ejemplo; un atardecer, la cercanía de la luna, el abrazo de un familiar, el gesto de asombro de un niño, un dulce de cajeta, un libro usado, el olor del arroz de mi tía, la palabra de Dios, las arrugas en las manos de un viejo, el lenguaje de los perros, el vibrar del volante ante una carretera que lleva a tu casa, el beso de un amigo, dar una caricia, leer una carta, sentir la temperatura del aire cuando corres. Y puedo enumerar miles de detalles que se me presentan continuamente, he aprendido a conocerlos, apreciarlos; pero sobre todo a detenerme y dejarme envolver por ellos.

Había decidido no escribir, dejar pasar un tiempo y curarme enfermedades sensoriales. Pero hay tantas cosas, vivo constantemente maravillosas regalos. La salud está en mi, como todo lo que quizá he buscado en otros lados. Me parece un desperdicio no escribirlo, no ver el puente por el que piso, ver sólo un camino, un lugar a dónde llegar. Tener en la mente sólo a Ítaca, te hace perder el motivo principal, que es el camino mismo.

Estoy tan agradecida, me siento muy feliz; pero sobre todo, muy en paz.

Cheers amigos.



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