miércoles, 20 de enero de 2010

No es tan difícil.

No es tan difícil olvidar y empezar de cero, pretender escribir en nuevas páginas y opinar que lo vivido fue producto de una mala noche de sueño. Despertar una mañana y hallar otra ciudad en la misma, ver a la gente conocida como extraña, y preguntar sus nombres.

No es tan difícil prometerme nuevas cosas al amanecer y no recordarlas cuando la luna aparece. No es difícil no prometerme cosas que involucren tu nombre y no es difícil cumplir no prometer.

No es tan difícil ensayar en nuevos caminos una vida nueva, cantarme nuevas baladas y contestarme dudas que no entiendo. No se ve tan difícil tocar otros labios, o besar otra piel.

No se ve tan difícil inventarme un nuevo nombre, o escuchar el mío y no desconocerlo, así me he llamado siempre incluso antes de que las cosas se pusieran difíciles.

Difícil sería creerme que el olvido es difícil, encontrar obstáculos, como antes, para seguir recordando. Ayer tenía el mismo argumento que ahora, y no deduzco porque me resultaba tan difícil. No es tan difícil ocultar los sollozos, cuando las lágrimas han abandonado su puerto.

No es tan difícil decir te he olvidado, aun cuando hay momentos en que logro recordarte. No te escribo porque sea fácil, si no porque ya no me resulta tan difícil mencionarte.

No es tan difícil decir tu nombre, ni siquiera en silencio. Peligroso sería buscar tu nombre, pero no es tan difícil apartarme de esa idea, no me resulta trabajoso no mirarte, ni pesado no escucharte.

Pero todo lo digo porque no es difícil decirlo, porque creí que sería difícil seguir escribiendo habiéndote ido, mi escritura sigue al pulso, ahora entiendo que siempre te fuiste. No es tan difícil irme a otro lugar, pero me quedo porque no me resulta difícil seguir donde mismo. No creo que haya finales, quizá porque no hubo comienzos.

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