jueves, 28 de enero de 2010

Me consta.

Me consta; cada persona que llega a tu vida tiene un impacto, no importa el tiempo, el lugar, ni la forma.

Los de siempre, están ahí, los reconocen porque te dieron vida, porque compartes sangre, porque son uno mismo en tristezas y alegrías, son tu refugio, tu báculo, tu pañuelo; nada los separa de ti, ni la muerte. Son los de siempre.

hay también, personas que conoces por ejemplo en un cine; que sin pensar se quedan años contigo, que conducen tu vida y te muestran cosas, te perfeccionan y hasta te educan, se vuelven parte de ti, porque recorren tu vida por muchos caminos y su impacto es trascendental, invaluable, inolvidable.

Otros llegan de apoco, los encuentras en compañeros de escuela, en amigos que acompañan tardes, unas claras y otras llenas de neblina cansada; mandan cartas interminables, los descubres en una fina comunión de ideas; te muestran su mundo, llegan y se van; pero no por eso dejan una huella efímera, si no que permanecen en tus memorias, y de vez en cuando regresan con alguna noticia o los ves en alguna cena, y refrescan tu vida y los más valientes pueden incluso curar las heridas o te dicen aquella dura palabra llena de verdad que necesitas escuchar; tienes largas charlas dónde dicen "puedo hablar de mi" y se envuelven en ansias por el deseo de compartir y son amigos sin importar la distancia ni el tiempo, nada los separa de ti, porque viven en ti.

Existen también almas que se te presentan como sucesos extraordinarios, que te abren su mundo, te hacen ver un universo desconocido, ves sus heridas, las tocas, te compenetras con ellos, los admiras; pueden quedarse o irse, pero no por eso dejan de permanecer en tu vida. Son en concepto sucesos extraordinarios.

Y milagrosamente otro tipo de "entes" tocan tu mundo se convierten en tu desastre natural, que pisan tus playas con fuertes vientos y olas enormes, provocando sismos en las entrañas de tu tierra, arrasan con todo lo que haz sido; un día despiertas y no encuentras nada de lo que eras, no puedes volver a ser la misma, se han caído tus edificios, tus puertos se han quemado, tu misma pareces estar muerta. Sabes que tienes que reconstruirte de nuevo, ya no eres la misma, no podrás volver a ser la misma nunca.Y no es del todo grave, si sabes aprovecharlo y sacar lo bueno de tal evento. Ya que todo inicio es una renovación, todo comienzo es una nueva oportunidad. Pero es difícil preparar a tu isla para construirte otra vez en algo diferente y mejor; primero tendrás que limpiar todos los escombros y enterrar a tus muertos, conocer tu geografía, hacer mapas. Nadie puede habitar en un lugar así, ni siquiera el causante de los estragos, aquel dios del agua y de la tierra que mandó tales desastres naturales a tu mundo, tendrá que esperar, supongo que era la razón. Porque se tiene que empezar desde cero, en un lugar despejado dónde haya terreno fértil y para eso hay que arrancar de raíz lo que ha quedado aunque parezca bueno. Y volver a plantar, construir y poblar ese lugar de nuevo algún día.

Dicen que se conoce a las personas según como reaccionan en momentos crisis, y la responsabilidad de reconstruir un lugar devastado, es un gran trabajo y la reacción a veces no es inmediata, el tomar las riendas de ese nuevo proyecto asusta, y hay que saber hacerlo, para eso hay que hacerte valer de toda clase de expertos en la vida, de personas; las de siempre son las que más ayudan, porque son seres que aman a pesar de todo, a pesar de saber que nada conseguirán de aquellas tierras. Y sobre todo buscar la razón, la poderosa razón de Dios, que no envía desastres al azar, todo tiene un porqué, y es parte de la renovación averiguarlo.

Todos tocamos vidas, aplastamos mundos o quemamos puertos, ayudamos a reconstruir ciudades devastadas, hablamos de nosotros y del otro y damos palabras de aliento o de enseñanza, enseñamos mundos, curamos heridas y somos admirables, luchadores; existimos como parte de un sólo elemento, de una sola fuerza divina, somos hijos de Dios y formamos un mismo cuerpo en Él. El objetivo es darnos constantemente y amarnos profundamente.

Eso me consta, pero no siempre es fácil.

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